En la Secretaría de Economía hay una unidad que coordina las actividades extractivas. En ese puesto llevaba un año Efraín Alva Niño, ingeniero geólogo por la Universidad Autónoma de Nuevo León y con experiencia de 25 años tanto en docencia como en el sector minero privado. Con la llegada de Raquel Buenrostro a la SE pusieron al frente de esa unidad a Rosa María Gutiérrez Rodríguez, abogada fiscalista de la UP con maestría en la UNAM y experiencia en la Procuraduría Fiscal, el ISSSTE y el SAT.
Quizá porque repararon en que Gutiérrez Rodríguez, con dos décadas de carrera en la función pública pero lejana a la minería, a Alva Niño le ofrecieron quedarse, pero como subdirector, un cargo cuya tercera parte de ingresos refleja el bajón en el escalafón que querían darle. No aceptó.
Esa es sólo una de las historias de la escabechina que tras su nombramiento emprendió Raquel Buenrostro en la Secretaría de Economía. Salieron la titular de la Unidad de Apoyo Jurídico, Margarita Olivas Islas; el subsecretario de Industria y Comercio, Héctor Guerrero; la titular de la Unidad de Administración y Finanzas, Mónica León Perea.
También dejaron sus puestos Jesús Cantú, Alejandro Rosas y Marcos Ávalos, titulares de las unidades de Competitividad y Competencia, Prospectiva, Planeación y Evaluación, y de Prácticas Comerciales Internacionales, respectivamente.
Asimismo, los directores Antonio Letayf, Elodina Guerra, Eduardo Montemayor y Benjamín Reyes de Industrias, de Industrias Pesadas y Alta Tecnología, de Normas, y de Normatividad Mercantil, respectivamente.
En la Unidad de Desarrollo Productivo seguía, hasta esta semana al menos, Ana Bárbara Mungaray, mientras que en la Dirección de Consultoría Jurídica de Comercio Internacional quitaron a Orlando Pérez y promovieron a Sergio Huerta Patoni, que ya estaba como director de Apoyo Jurídico de la SE, pero se desconoce su experiencia en comercio internacional.
Al ver el conjunto de cambios, varios adelantados por Darío Celis en EL FINANCIERO, es obligado preguntarse si no estamos ante la evidencia del saldo de una guerra al interior del gobierno más que de un relevo de equipos.
Y es que si bien el despido en la SE que más comentarios suscitó, luego de la renuncia de Tatiana Clouthier a esa dependencia, fue el de la subsecretaria de Comercio Exterior, Luz María de la Mora, la realidad es que la llegada de Buenrostro supone la descapitalización de la dependencia encargada de la política económica del país y de buena parte de las negociaciones con autoridades nacionales y extranjeras para promover la inversión en México.
Cosa de ver que otra de las personas que fueron despedidas fue Mónica Duhem Delgado, con experiencia tanto en el sector público como en el privado, quien era titular de la Unidad de Inteligencia Económica Global, donde se promocionaban las inversiones.
De cara al futuro, el propósito del desembarco de Buenrostro en la SE es una incógnita. Pero ya es claro que la que ya no cabía, ni ella ni nadie de sus colaboradores en puestos relevantes en Economía, era Tatiana. Ésta intentó renunciar desde el verano, pero es evidente que llevaba meses fuera del ánimo del Presidente, quien privilegia en la disputa comercial con Estados Unidos y Canadá la visión (es un decir) de la secretaria de Energía, Rocío Nahle.
A dos años del fin de sexenio, con nubarrones de recesión internacional, López Obrador alienta la destrucción de capacidades en Economía. Y esa movida es aplaudida por el Consejo Coordinador Empresarial y por el Consejo Mexicano de Negocios, que abrazan a Buenrostro en público, mas lloran en privado la salida de De la Mora. Así son, así nos irá.