La Feria

El exitoso amago contra Monreal

Layda Sansores primero amagó con dedicar la edición del Martes del Jaguar ni más ni menos que a Ricardo Monreal, para luego retractarse.

Ricardo Monreal, líder de Morena en el Senado, coordinador de campañas (en plural) de Andrés Manuel López Obrador, compañero de andanzas del tabasqueño desde mediados de los noventa y político con carrera propia, fue avisado este fin de semana, por redes sociales, que le esperaba un descontón por la vía del infame canal que representa la gubernatura de Campeche.

Como se sabe, Layda Sansores publicó el sábado que dedicaría su emisión de los martes, que durante semanas enderezó en contra de Alejandro Alito Moreno, ni más ni menos que a Monreal. La notificación estuvo al aire un día para luego ser retirada por la misma autora. Pero, dado que el amago ha sido flagrante, como inexplicadas las verdaderas causas de su cancelación, amerita interpretación.

Este arrimón de lámina tiene varias lecturas. La más inmediata es que al senador zacatecano le habrían fallado los cálculos de agosto pasado, cuando se rajó de intentar quedarse para sí, en obvio desafío al Presidente de la República, la Mesa Directiva de la Cámara alta. En esa ocasión, como ha sido reseñado a detalle por varios periodistas, Monreal tuvo negociaciones con toda la oposición para hacerse de la presidencia legislativa y de última hora se echó para atrás.

El intento, es evidente, no pasó inadvertido. Monreal no ha explicado por qué decidió dejar colgados a los senadores opositores con quienes pactó una real independencia del Poder Legislativo, un verdadero bloque de contención, dado que el Senado quedaría con una nueva mayoría. Al final regresó al redil, pero Morena es como un culto, no se vale albergar dudas y menos aún expresarlas. Discrepar no rima en ese movimiento.

Tras ese episodio, el líder de la Junta de Coordinación Política asumió una actitud obsequiosa. Ese papel de queda bien, adoptado, por ejemplo, en el marco de la discusión del transitorio, en las dos vueltas que dio esa iniciativa en la Cámara alta, no le suma puntos ni a su imagen de alguien con criterio propio dentro de Morena, ni a su margen como actor con capacidad de interlocución y negociación con los opositores. Al final lo premiaron con una mención, lanzada sin más, como corcholata, y él encima lo agradeció.

¿Pero en realidad fue finalmente admitido en el selecto grupo de precandidatos de López Obrador? La respuesta es obvia. Es por ello que siguen vivas esas quinielas que, en los corrillos políticos, o en columnas periodísticas, pretenden descifrar el arcano de moda de la sucesión, ese que intenta adivinar si Monreal o Marcelo Ebrard tendrán arrestos para elegir una vía independiente u opositora.

Si la política es de tiempos, Monreal dejó pasar en agosto su oportunidad. Si lo hizo porque creyó que así evitaba una embestida, ser aplastado, pues ya le dejaron sentir que su titubeo puede ser castigado de manera soez, que no otra palabra aplica a las maniobras emprendidas por la gobernante (es un decir) campechana. Y al canciller le espera la misma receta.

¿Sirve preguntarse si Ricardo y/o Ebrard defeccionarán buscando a MC o al Verde (como si esta organización rémora hiciera algo en contra de su único leitmotiv, hoy garantizado con su alianza oficialista: embolsarse dinero)?

Andrés Manuel dio, por interpósita persona, una muestra más de ingratitud, pero también de su proverbial pragmatismo. Seguro Monreal maniobró para zafarse del amago campechano, pero el daño está hecho: para él y para el canciller Ebrard sólo es dado pronosticar que más pronto que tarde algún compañero o compañera del movimiento les propinará una fea barrida que los dejará fuera de la competencia. Y sobrará quien gustoso lo intente por orden del entrenador.

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