El Partido Acción Nacional tiene cuatro problemas, al menos, de cara a las siguientes elecciones federales.
Contra todo su discurso, hoy los panistas necesitan más a Alejandro Moreno que éste a los blanquiazules. Ésa es la primera cuestión: hace tres meses el PAN se dijo megaindignado cuando el priista traicionó a la alianza, pero hoy, dado que nada armaron todo este tiempo sin el PRI, muestran total disposición para reagruparse como frente tripartita. De forma que Alito demuestra que puede volver cual hijo pródigo, y los de Marko Cortés a comerse sus quejas y reproches de ayer y a hacerle una barbacoa.
Segundo problema: Santiago Creel actúa de forma incongruente (una camiseta que diga). El diputado panista anda de ofrecido con Ricardo Monreal en asuntos que son precisamente los que se suponía que no le perdonaban a Alito. ¿Cómo explicar que Creel buscó ser mancuerna del zacatecano para promover la reconciliación cuando –antes que nada– el líder morenista en el Senado pecó de lo mismo (y más) que le reclaman al presidente nacional priista: de apoyar el cambio constitucional para la militarización?
A Alejandro Moreno le retiraron el habla porque se dobló en el tema de dar a las Fuerzas Armadas el control de la seguridad hasta 2028, asunto en el que Monreal se dejó la piel en el Senado para tratar de convencer a la oposición de que apoyara tan polémico cambio. ¿Por qué el pecado de Alito era visto como imperdonable y en cambio los panistas ven con buenos ojos a Ricardo? Un doble estándar que, cuando menos, debería ser explicado por Creel y por Marko.
El tercer problema, nada menor, es que el PAN año y medio antes de las elecciones no tiene un buen prospecto de cara a unas eventuales primarias de la oposición. Ni una. Ni uno.
Y el último, pero nada menor, de los problemas del panismo es el Waterloo de la Benito Juárez.
Acción Nacional creyó que una estrategia tipo avestruz le iba a funcionar para atemperar las consecuencias del torpedo que meses atrás lanzó la Fiscalía capitalina en contra del clan que ha gobernado (es un decir) la Benito Juárez.
El escándalo sobre el llamado cártel inmobiliario panista ayer recobró fuerza y alcanzó niveles que podrían reventar por dentro al PAN.
La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México informó este jueves de nuevas aprehensiones de exfuncionarios ligados a presuntos fraudes en la construcción de viviendas en la demarcación capitalina que por dos décadas, y de forma ininterrumpida, han administrado panistas de Ciudad de México. La autoridad anunció, además, que busca con fines de aprehensión al exdelegado Christian Von Roehrich, hoy líder de la bancada blanquiazul en Donceles.
Los panistas denuncian que la pesquisa tiene motivos políticos. Puede ser cierto, pero el problema es que el clan que lustros atrás se apoderó de esa demarcación ha acumulado diversos señalamientos de irregularidades de diferente tipo.
El asunto escalará porque en los últimos años nada se entiende en esa demarcación sin el visto bueno de Jorge Romero, polémico diputado federal y alfil de Marko Cortés.
La jefa de Gobierno taladrará todo lo necesario en este escándalo para demostrar que la corrupción inmobiliaria fue combatida en su gestión y, de paso, cortarle las alas a Romero, uno de los padroneros de Cortés.
El PAN abrazará a Alito, quien podrá mangonear la alianza ofreciendo ayuda a un PAN que ni aprovechó la ausencia del PRI para posicionarse a sí mismo o a un candidato (a), ni sabe cómo lidiar con la artillería de la Fiscalía capitalina.