No hizo lo que prometió el presidente de la República. La semana pasada dijo que su gobierno no rehuiría su responsabilidad en el caso de la ministra Yasmín Esquivel, encontrada en grave falta por la UNAM, que sin embargo determinó no sancionarla. Ante esa situación, Andrés Manuel López Obrador criticó la indecisión de la Máxima Casa de Estudios y ofreció que su administración sí actuaría; ayer vimos que no fue así, que él sigue sosteniendo a la integrante de la Corte con tesis pirata.
En la mañanera del jueves pasado, luego de que la víspera la Universidad Nacional Autónoma de México determinara que sí había plagio en la tesis de Esquivel, pero que no podrían pronunciarse sobre quitarle o no el título de licenciatura, el presidente López Obrador dijo que “ya le pasaron la responsabilidad a la SEP, nosotros vamos a atenderlo y pronto vamos a resolver (...) yo creo que el lunes para que nos dé tiempo de ver legalmente cómo está la situación”.
Ayer fue lunes y, como se sabe, la respuesta corrió en palabras de Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación, quien de nuevo retachó a la UNAM el tema: “la Secretaría de Educación Pública presentará, enviará el día de hoy (ayer) la respuesta formal a ese oficio, en el sentido de que no está facultada la Dirección General de Profesiones para cancelar ningún título. En todo caso, lo que la Dirección General de Profesiones puede hacer es cancelar el registro de un título, pero para ello tiene que haber una resolución judicial o una inhabilitación, cosa que no ha cumplimentado la Universidad Nacional Autónoma de México. Hay instancias que, en este caso, deben de resolver el asunto, que son el Consejo Universitario y el Tribunal Universitario. Entonces, se le pedirá a la Universidad Nacional Autónoma de México, al señor rector, que no evadan la responsabilidad que tienen, sino que emitan ellos una resolución”.
Estamos en una situación que tiene dos planos. Legalmente el gobierno le ha pedido a la UNAM que formalice una solicitud para eventualmente cancelar el título a la ministra. Cosa que está por verse.
Esa situación cumple las formas en el plano legal, pero posterga una decisión en el plano político que el Presidente no ha querido tomar. López Obrador sigue manteniendo su apoyo, así sea para socavar a la UNAM o a la propia Corte, a Yasmín Esquivel.
Estamos en un país donde hoy nadie que le deba parte de su poder a este Presidente puede negarse a sus designios.
Hemos visto pagar impuestos a quienes habían escamoteado el cumplimiento de esas obligaciones por años. Hemos visto cómo incluso Ricardo Monreal se ha desistido, al menos en un par de ocasiones, a la posibilidad de irse por la libre en contra de AMLO. En pocas palabras: no hay quien en la función pública aguante enfrentársele al Presidente.
En ese contexto lo que no ocurrió ayer fue la decisión presidencial de dejar caer a Yasmín Esquivel.
Si la ministra sigue en el plan de “no renuncio” es simple y llanamente porque no ha recibido de Palacio Nacional el mensaje, privado o público, de que esos que la impulsaron ya no la reconocen como parte del proyecto.
Y mientras esa sea la tónica, Esquivel tiene futuro. Porque López Obrador resiste toda aquella maniobra que pretenda quitarle piezas o fichas de su tablero de poder, y una de ellas es la ministra.
¿Qué pasará mañana? Lo que quiera AMLO. Como Esquivel, la UNAM y la Corte no deciden por sí mismos, siguen a merced del Presidente.