El juicio en Nueva York en contra del exsecretario Genaro García Luna es un festín de declaraciones –ciertas o no, verosímiles o dudosas– sobre la corrupción en México, pero por ningún lugar aparecen las víctimas. Éstas no son el centro del proceso, no suscitan empatía de nadie en esa corte, o en México; ni siquiera cuando narcos confesos aceptan haber matado o mandado asesinar a decenas.
Ha sido todo un espectáculo que provoca rating y clics. No ha defraudado en señalamientos mediáticamente explosivos. Si acaso algo lamentarán no pocos medios es que vaya, al parecer, a terminar mucho antes de lo previsto.
Y claro, que termine tampoco quiere decir que habrá justicia para las víctimas de los delitos que se habrían cometido por la presunta complicidad del mayor policía de México en tiempos de Felipe Calderón con los cárteles. Y tampoco están siendo puestas en el centro las víctimas de actos de la Policía Federal.
La periodista y escritora Daniela Rea hacía memoria hace unos días, en una conversación para La Vespertina, de un caso de tiempos de García Luna que está en la impunidad.
Se trata de cinco jóvenes acusados en falso de ser los autores del atentado con coche bomba en Ciudad Juárez en 2010 y donde murieron cuatro personas. Los detenidos por ese delito fueron torturados y presentados –muy al gusto de García Luna– en el hangar de la Policía Federal como narcoterroristas. Pero era otro montaje: tres años después fueron liberados; padecen secuelas de la tortura padecida y viven al día de hoy sin que se les reconozca su condición de inocentes ni se les repare el daño causado por la propia policía.
Rea contó que al cuestionarle a una de esas personas qué sentía con el juicio a García Luna, la víctima contestó que “esa justicia no es para nosotros”.
Porque como lo temía Rea el día que conversé con ella, los protagonistas del juicio han sido los perpetradores: unos confesos y otro acusado y a la espera de ser absuelto o condenado de delitos entre los que no están las violaciones de derechos humanos en el sexenio de 2006 a 2012.
Seguro luego vendrán las películas sobre este juicio y hasta libros. Porque la galería de delincuentes que ha desfilado en el banquillo de testigos colaboradores no deja lugar a dudas de que en México la delincuencia ha contado –y cuenta– con amplios márgenes de maniobra gracias a la complicidad o la ineficiencia de los cuerpos de seguridad.
Y lo peor de no tener en el centro del juicio a las víctimas es que, mientras estamos entretenidos con el proceso contra García Luna, desatendemos la tragedia que arrasa a Zacatecas o Guanajuato, por mencionar a sólo dos estados donde, sin cesar, los criminales perpetran masacres sin que nadie se conmueva en lo más mínimo.
Réplica: El secretario de Gobierno capitalino, Martí Batres, se comunicó por la mención, hecha ayer, de que “no construyó en general un diálogo alguno con la oposición”. Argumenta que “en el caso del Congreso el diálogo ha sido muy bueno. No es casual que los dos informes de la jefa de Gobierno ante el Congreso que me han tocado han salido impecables. Sin groserías, ni gritos, ni pancartas, ni interpelaciones. Han sido republicanos y de gran nivel. Desde que llegué me he reunido con todos los coordinadores y grupos parlamentarios. También me he reunido con todos los presidentes locales de la oposición. Todos los alcaldes han estado en mi oficina para ver asuntos de agua, movilidad, vía pública y otros”.