Como habla tanto en larguísimas mañaneras –la de antier más de tres horas–, luego ocurre que lo que dice Andrés Manuel López Obrador no es cabalmente escuchado. Por ejemplo, lo que dijo el lunes sobre Tesla implicaría que ese proyecto o no venga a México o se retrase esa inversión.
Tesla debería de verse en el espejo de Constellation Brands, la cervecera que había iniciado una inversión de mil 500 millones de dólares en 2016 en Mexicali, y que, contando con los permisos e incluso apoyos de autoridades locales lopezobradoristas, en 2020 vio todo lo gastado –unos 700 millones de dólares– colapsarse por la oposición de AMLO.
Constellation Brands enfrentó no sólo la resistencia de activistas que acusaban que la instalación de la compañía cervecera dueña para Estados Unidos de las marcas de Grupo Modelo consumiría agua que luego le haría falta a la región de Mexicali, cosa que la empresa negaba, sino que desde el gobierno se le obligó a hacer una consulta pública.
La consulta fue en marzo 20 y 21 de 2020 y hay quien sospecha que el gobierno federal metió mano negra haciendo que votaran hasta Servidores de la Nación; 76 por ciento de los que votaron dijo no a la instalación de la empresa. Lo que ocurrió después es un guion que resuena bastante a lo que este lunes se escuchó en Palacio Nacional.
Vayan al sur, allá hay bastante agua y poca inversión fue, palabras más palabras menos, lo que la administración condicionó a la empresa para aprobar la instalación de una nueva planta de Constellation Brands.
Los estadounidenses consideraron ir a Yucatán, pero ¿invertir en una entidad gobernada por panistas tendría opción de ser aprobada por Palacio? La búsqueda del nuevo lugar se complicó porque una cosa es que haya agua y otra que ésta sea idónea para producir cerveza: en Mexicali iba a ser del río Colorado, en Tabasco hay demasiado azufre.
Constellation aguantó el cambio y finalmente instala una planta en Veracruz (ya gobernada, es un decir, por Morena). Eso retrasó la inversión y, claro, la nueva sede es más lejana al mercado donde se consumen sus cervezas. Digo, por aquello de que está de moda hacer cuentas alegres, desde el gobierno, con el nearshoring.
El lunes AMLO telegrafió la repetición de ese guion, nomás que parece que, a pesar de que todo mundo habla de lo que él dice, ya pocos están escuchando: lo que dijo es que quiere a Tesla, como a Constellation Brands en su momento, en el sur, no en Nuevo León, y que usará, de nuevo, como pretexto el agua. Aquí los ejes de su negativa:
“Lo único que queremos hablar con los directivos de esta empresa es que queremos ordenar también el crecimiento. Donde se tenga agua, donde se tengan los servicios”.
“¿Nuevo León no?”, le preguntaron. “En Nuevo León no hay agua”.
“(En) Nuevo León tienen mano de obra calificada, tienen técnicos, está muy cerca de la frontera, sí, pero ¿y la falta de agua?”.
“El 70 por ciento del agua del país, y hay que decirlo, está en el sureste”.
“¿Por qué no descentralizamos el desarrollo?”.
“Con la inversión en el sureste, en Veracruz, en Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Tabasco, todo el sureste se pueda crear empresas”.
“Por eso el desarrollo del istmo, los parques, porque se tiene agua, se tiene gas, se tiene energía eléctrica, no hay tanta población, hay más tierra que población”.
No fueron palabras al aire. Hará lo necesario, hasta una consulta sobre el agua que no requeriría esta planta, para mover a Tesla al sur.