La Feria

Si todo se adelanta, es Claudia

La sombra del presidente sobre la jefa de Gobierno se mantendría por muchos meses. Y hay quien piensa que por años.

Tan pronto como en junio y julio Morena podría realizar las encuestas de referencia para decidir a quién dará la candidatura presidencial Andrés Manuel López Obrador.

De concretarse tales fechas quedaría prácticamente cancelada una genuina pre-precampaña, es decir giras y eventos para que la y los suspirantes del lopezobradorismo debatan argumentos con el objetivo de que la gente responda de una u otra forma en esas encuestas.

Una decisión así, que adelanta todo varios meses, supone obviamente privilegiar el statu quo.

Si no hay pre-precampaña, si no hay el mínimo plazo para que abiertamente se confronten las llamadas corcholatas, la aguja de las preferencias no se moverá. Ni Marcelo Ebrard, capaz de sacarle jugo a las situaciones más adversas, tendría margen para hacer algo espectacular y posicionarse claramente como el puntero.

Y si, en efecto, Morena realiza su primera encuesta apenas ocurran las elecciones del 4 de junio en Coahuila y Estado de México tendría ese mismo mes a su candidata presidencial, así falten las formalidades obligadas.

Porque el hecho mismo de adelantar los sondeos significa no sólo premiar el statu quo, sino que el presidente de la República estaría cómodo en una inédita situación.

El destape significaría una nunca vista convivencia entre el mandatario y quien todo mundo vería como sucesora; inédita por larga –este destape sería un año antes de la elección– y porque AMLO no sentiría amenaza alguna de pérdida de poder o de control, ni en el partido ni en el gobierno.

En eso se traduce la lealtad de Claudia Sheinbaum a Andrés Manuel.

Y acaso la única novedad sería que, mucho antes de los tiempos oficiales, él haría campaña abierta con ella, a quien seguiría placeando, incluso llevándola a sus recorridos tanto de programas sociales como de supervisión de obras. Cosas más raras se han visto este sexenio.

La sombra del Presidente sobre la jefa de Gobierno se mantendría por muchos meses. Y hay quien piensa que por años, pero ese es otro tema.

Con esa convivencia de una especie de ‘presidenta in pectore’ con Presidente en funciones Morena pretende solidificar la noción de inevitabilidad de su triunfo en 2024. Sería una dupla que actuaría en consonancia para llamar al voto bajo el lema, ya anunciado por el tabasqueño, de cambio con continuidad.

¿Podrá el canciller Marcelo Ebrard detener la decisión que parece tomada de hacer desde junio la primera encuesta?

La renuncia la semana pasada de la subsecretaria Martha Delgado fue una jugada significativa, un movimiento de que el aún secretario de Relaciones Exteriores no piensa renunciar en su reclamo de que haya una genuina contienda por la candidatura morenista a la presidencia de la República.

Con todo, tendría que mandar señales aún más contundentes que la renuncia de su brazo derecho en Cancillería.

Es sabido que tiene redes en los estados, y que convoca simpatías de sectores que recelan mucho a López Obrador o a quien le suceda sin prometer matices o correcciones de algunas políticas del tabasqueño.

Pero el tiempo es su gran enemigo. Renunciar a la Cancillería sin permiso de Palacio Nacional puede darle mucha visibilidad fuera de Morena, pero dentro del movimiento aumentará la fuerza de quienes son muy abiertos en su oposición a la posibilidad de que él se quede con la presidencia.

Si todo se adelanta es porque la decisión del Presidente está tomada: quien debe sucederle es Claudia Sheinbaum. Y para qué perder más tiempo. Que ya sean las encuestas, que ya sea oficial, que siga en la CDMX y en caballo de hacienda. Falta lo que opine Marcelo.

COLUMNAS ANTERIORES

Para cuando estemos muertos
Curso para hacer campañas judiciales (incluye tips)

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.