Que nadie subestime la capacidad de Marko Cortés para aumentar las posibilidades de que el Partido Acción Nacional pierda rotundamente la elección presidencial de 2024. Su nueva idea es tan descabellada que hay que reconocerle que supera toda teoría de la conspiración.
Este martes en Ciro por la Mañana el líder blanquiazul confirmó que “por la larguísima tradición democrática” del PAN pedirán a quien busque registrarse como su candidato presidencial varios requisitos.
En Radio Fórmula detalló que Acción Nacional demandará de saque:
-Un mínimo nivel de conocimiento entre la población de 40 por ciento.
-Un mínimo de intención de voto de 15 por ciento.
-Y demostrar su capacidad organizativa juntando lo que tendría que reunir un candidato independiente: 1 por ciento del padrón en 17 entidades federativas. O un millón de votos, pues.
Marko no lo sabe –porque no le interesa saber la historia de una candidatura competitiva sino obstaculizar la próxima– pero Felipe Calderón, que luego fue presidente de la República por su partido, tenía en 2004 alrededor de 4 por ciento de intención de voto: bajo sus reglas nunca hubiera llegado ni a la interna.
Tras renunciar a la Secretaría de Energía de Vicente Fox, y por sus reclamos de piso parejo, el michoacano creció en las preferencias; sin embargo, su catapulta fue la interna blanquiazul, en la que ganó tracción nacional al barrer a Santiago Creel, entonces y hoy un pésimo candidato a pesar de ser “muy conocido”.
Pero lo más enigmático, por no llamarle delirante, de la propuesta de Marko es su costo en tiempo y recursos, y que abre el proceso a todo tipo de riesgos.
Cuando falta prácticamente un año para la elección quiere ocupar (distraer, sería el término correcto) a los eventuales suspirantes en algo que no es proselitismo, que no es posicionamiento, que no es ganar eventuales votos.
Lo que se les pedirá es titánico, además de inoportuno. Podemos entenderlo revisando 2018, cuando para ser candidato independiente se necesitaban aproximadamente 850 mil firmas.
En esa elección, los aspirantes sin partido necesitaron unos seis meses para lograr un millón de adhesiones, que luego el Instituto Nacional Electoral, por supuesto, depuraba y validaba.
Para juntar esas firmas se puede convocar a amigos, conocidos y simpatizantes; pero hay que ir a ciudades grandes y medias: es decir, hay que pagar a auxiliares; es un esfuerzo alcanzable, sí, pero si se traza con la debida antelación.
De esa experiencia de 2017/18, según fuentes con conocimiento directo, cada firma recogida por auxiliares costaba unos 30 pesos; y de acuerdo con ese testimonio aproximadamente dos de cada tres firmas eran conseguidas por gente pagada.
En decir, Cortés quiere que toda persona aspirante a la Presidencia gaste alrededor de 18 millones de pesos en los próximos meses sólo en buscar unas 600 mil firmas que ni el INE está pidiendo. Las otras 400 mil firmas saldrían de una red familiar que también cuesta esfuerzo administrar.
Todo ello mientras Morena está a punto de hacer sus encuestas. Y todo ello abre el escenario para que el PRI les coma el mandado –ellos sí pueden conseguir las firmas, ya lo adelantó ayer Alito– o para que Morena les reviente el proceso, o para que se viole la ley al recoger esa información personal que alguien podría decir que encima constituye un acto anticipado de campaña.
La única explicación es que Marko quiere cerrar la selección, y quedarse “su” lana (que es en realidad del PAN). Él no quiere que Acción Nacional luche por la Presidencia, se conforma con perder ganando su senaduría personal, y manteniendo el negocito.