La Feria

La pasarela 2.0

La pasarela tendrá dos protagonistas: el pueblo y su líder López Obrador. Nada más. Todo lo que en ella se diga o exponga transitará entre esos dos polos.

Miguel de la Madrid simuló el destape de su sucesor armando una pasarela. Eran los años 80, el presidente enfrentaba la presión de notables priistas que pedían democratizar el dedazo. El mandatario le ‘tapó el ojo al macho’ poniendo a hablar a seis de sus colaboradores; algo parecido pasa hoy.

Entre los seis colaboradores que De la Madrid exhibió estaba su sucesor, por supuesto, pero lo más importante es que el desfile no supuso en forma alguna que el colimense cediera en algo el privilegio unipersonal de todo presidente priista de elegir a dedo a quien sería el candidato tricolor.

Más de 35 años después (o también podríamos decirlo en términos sexenales: cuando ya pasaron otros cinco Ejecutivos por Palacio Nacional), el actual Presidente armará otra pasarela. Y como aquella de De la Madrid, estamos en más de un sentido frente a un montaje.

AMLO busca, y probablemente lo vaya a lograr, contener cualquier intento de ruptura o fisura en el lopezobradorismo. Por ello, el formato incluye las renuncias de todos aquellos que quieran competir, pero no los debates que demandaba Marcerlo Ebrard Casaubon. Negociaron y ambos cedieron.

Mas al aceptarle a MEC su propuesta de que todos renunciaran, el Presidente le impuso simultáneamente una condición que deslactosa todo el proceso, que lo vuelve una cosa controlable y casi casi inocua: no se permitirán el contraste cara a cara, el cuestionamiento directo, la exhibición del otro.

Andrés Manuel está convencido que de esa forma cuida a su candidata. No la expondrá a que sean los de casa quienes le encuentren defectos o insuficiencias. ¿Se aburrieron con el segundo debate del Estado de México, donde Morena hasta a la moderadora cambió? Prepárense para algo similar.

Claro, no son los años 80, y no estamos en el PRI de aquellos tiempos. Hoy las redes sociales son ubicuas y las noticias se suceden en nuestras pantallas en una cascada incesante.

Por tanto, en vez de los actos solemnes y rígidos de la era De la Madrid, esta pasarela tendrá amplia cobertura y difusión: llenará el espacio de ene propuestas para la continuidad del lopezobradorismo (no creo que alguna corcholata se atreva a decir que buscará mejorar lo hecho por AMLO).

La pasarela tendrá dos protagonistas: el pueblo y su líder López Obrador. Nada más. Todo lo que en ella se diga o exponga transitará entre esos dos polos, que acaso alguna corcholata se atreva al extremo de señalar que de hecho son indisolubles.

Todo acto de la pasarela buscará reforzar la noción de que lo que hay que salvaguardar es la santa alianza entre pueblo y lopezobradorismo, entre pueblo y Presidente, entre pueblo y la obra del tabasqueño en los tiempos por venir.

Claudia Sheinbaum está más que entrenada para esa mimetización. De hecho en no pocas ocasiones se le pasa la mano al respecto. Marcelo no.

Porque así es él: el todavía canciller tiende a explicar todo, todo el tiempo a todos los auditorios. Entonces sus apariciones en la pasarela serán la elaboración del lopezobradorismo, que por cierto hace de la simpleza (y no pocas veces simplonería) una virtud: pocos conceptos repetidos ad nauseam.

Esta pasarela tendrá actores de reparto. Más anotados es más ruido, ergo menos riesgo para la corcholata que será seleccionada por medio de una encuesta que hasta el día de hoy está sesgada hacia una sola persona.

¿Podrá Ebrard sin debates y enfrentando un durísima cargada que en redes le descalifica soezmente mover la aguja y acercarse en los sondeos a Claudia? Difícilmente. Pero al subirse a la pasarela ya tampoco podrá romper.

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