Sandra Cuevas corrió con fortuna en los comicios de 2021. Ahora, de cara a los del año entrante, es claro que sus actividades recientes forman parte de una movida para descarrilar a la oposición, que ya se veía derrotando a Morena en la CDMX.
Hace tres años, a la hoy alcaldesa de la Cuauhtémoc se le alinearon las estrellas. El PRD, el PAN y el PRI dieron por perdida esa demarcación. Así que las dirigencias nacionales decidieron que las presidencias locales pusieran a alguien, total, de lo perdido lo que aparezca.
Sandra Cuevas apareció, desde Azcapotzalco, en el mapa de PRD y PAN. En la Cuauhtémoc los morenistas se dividieron luego de que ahí se designara a Dolores Padierna, desplazando rudamente a la gente de Ricardo Monreal. Eso pesaría en el resultado que llevó a la hoy estridente alcaldesa al triunfo.
El otro factor de esa victoria fue la decepción de las clases urbanas con Morena. Con el presidente López Obrador, que maltrató a mujeres, médicos, niños con cáncer, científicos, madres trabajadoras, artistas… y con la jefa de Gobierno que se plegó a Andrés Manuel.
La llegada de Cuevas fue producto, sin duda, del enojo. Pero muy pronto comenzó a preocupar a vecinos y colectivos.
Sus dos años en la Cuauhtémoc pueden ser divididos en, primero, un desordenado inicio lleno de tropiezos, con su característica impulsividad, su tendencia a expresiones de “limpieza social” y el atropello a normas, leyes y procedimientos.
Y una segunda etapa, más cuidada, más propia de un diseño estratégico para posicionarla mediáticamente, para placearla incluso internacionalmente. Ha estado en Uruguay en una visita al expresidente José Mújica, en Florida, en Washington, DC.
En las últimas horas la alcaldesa ha sido motivo de cobertura periodística por la cara vestimenta que suele lucir. Se menciona, con legítimo interés periodístico, lo discordante entre sus ingresos conocidos y los costos de las prendas, y las joyas, que porta.
Es tan pertinente que la prensa revise la incompatibilidad entre ingresos y bienes de los políticos que hace poco el asesor de un senador morenista tuvo que renunciar a su puesto y, según él, a su auto, porque se le evidenció con un vehículo que difícilmente podría haber adquirido legalmente.
Sin embargo, y a reserva de lo que siga saliendo al respecto de los gastos de la alcaldesa, que por supuesto no va a cambiar su estilo, es importante tomar nota de que su reciente anuncio de que pretende la candidatura capitalina reduce las posibilidades de la oposición, que ya se veía disputando ese cargo.
Se ha mencionado que detrás de la alcaldesa está Ricardo Monreal. Las versiones al respecto se han dado desde la elección misma y en estos dos años no han cesado.
Monreal quiere la jefatura de Gobierno. Quedará en cuarto o quinto lugar en la encuesta corcholatera, pero no por ello perderá influencia en la capital. Porque así se lo prometió AMLO, que le pidió su ayuda. Y porque se sabe con la fuerza política suficiente para que Morena no lo subestime… otra vez.
La oposición se equivocó al no ver tempranamente que Cuevas no iba a jugar institucionalmente. Era previsible para cualquiera, menos para ellos, que creían que defenderla en lo indefendible era a favor de la unidad de la alianza opositora. Ya pueden PAN y PRD, que soñaban con ganar, darse de topes.
Monreal y Cuevas es una mancuerna poderosa. No necesariamente para ganar, sino para hacerse indispensables para quien pretenda la jefatura. No es la vestimenta, es la operación fractura de la oposición. Va requetebién.