La Feria

La emproblemada presidencia del Inai

Desde siempre, y más en el actual sexenio, donde se le quiere dejar inoperante, las autoridades del Inai deben ser ejemplares en todo sentido.

El 27 de mayo, en la columna Bajo Reserva del diario El Universal se llamó la atención sobre el mal manejo dentro del Inai de una denuncia por presunto acoso sexual de un mando del área de comunicación social.

Este lunes, el columnista de ese mismo diario Salvador García Soto reveló más detalles: una joven recibió mensajes y una fotografía de un superior, desnudo. Denunció dentro del Inai, pero ni medidas cautelares se dictaron para protegerla.

Esto que luce como un negligente manejo por parte de la presidenta del Inai, Blanca Lilia Ibarra, opacó el que sería un feliz día para el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, que este lunes recibió un espaldarazo de la Corte.

Porque ese lunes la Suprema Corte dejó en firme que no sólo el Senado está en falta por no nombrar a los comisionados faltantes, sino que el Inai puede operar en total legalidad con sólo cuatro integrantes en su pleno, que es los que tiene hoy.

La noticia llegó además al inicio, también este lunes, de la Semana Nacional de la Transparencia, evento con el que el organismo promueve a lo largo y ancho del país la cultura de la transparencia para la rendición de cuentas, y la necesidad de velar en todo tiempo por la protección de los datos personales.

Así que la revelación de que dentro del Inai no se ha atendido debidamente en más de cuatro meses una denuncia de acoso sexual, cayó como balde de agua fría en lo que debiera ser el mejor momento de un año muy polémico para el Instituto nacido de la primera alternancia presidencial.

Y encima esta turbulencia podría dañar el fin de la presidencia de la comisionada Ibarra, cuyo encargo concluye el 10 de diciembre.

Los periodos en la máxima responsabilidad del Inai duran tres años, y los de la actual presidenta tocan a su fin; y si albergaba ilusiones de reelegirse –lo cual es posible estatutariamente por una vez–, éstas terminaron de cuajo el lunes.

Qué hará la presidenta Ibarra para disipar, de entrada, las sospechas de que mantuvo indebidamente en su cargo, durante cuatro meses, a un funcionario con una acusación directa y documentada con una fotografía, y de haber dejado indefensa a la víctima de un presunto acoso sexual.

Tendrá que ser muy convincente sobre la manera en que actuaron el comité de ética u otros órganos internos del Inai, pues hoy el caso está ya en la Fiscalía General de la República, por lo que ya no es un asunto meramente institucional, sino con probables consecuencias penales.

El Inai es fundamental en nuestra democracia. En este sexenio está bajo acoso. Antier escuchamos un audio del operador de AMLO en el Senado advirtiendo que para ellos la resolución de la Corte es papel mojado, que no cumplirán así nomás su obligación en los nombramientos pendientes.

Desde siempre, y más en el actual sexenio, donde se le quiere dejar inoperante, las autoridades del Inai deben ser ejemplares en todo sentido. Gente que garantice los derechos de la sociedad, personas que ejemplifiquen la honorabilidad del servicio público en instituciones de Estado.

Blanca Lilia Ibarra debe ayudar a que ocurra el mejor proceso de sucesión en la presidencia de su organismo. Hay mucho trabajo pendiente de los meses que no pudo operar el Inai, y retos como la CURP que pretende el gobierno, que a ojos de especialistas encierra un riesgo multidimensional.

El Inai debe tener una presidencia con total autoridad y total determinación para defender al Instituto.

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