La Feria

La claudicación de Kumamoto

La claudicación de Pedro Kumamoto no puede ser más emblemática: renuncia a casi diez años de carrera a favor de la ciudadanía, sumiéndose en el mayor corporativismo en décadas.

Como en la elección presidencial de 2018 se anticipaba una alternancia más de las que ha tenido mi estado natal, pedí a EL FINANCIERO TV participar en la cobertura desde Jalisco.

El primero de julio de aquel año, en una acondicionada oficina de la armónica colonia Obrera, Enrique Alfaro y su equipo tenían computadoras y pantallas en una sala donde discutían reportes de la votación.

Ahí entrevisté al emecista a las seis de la tarde, hora legal para hacer pronunciamientos. Estaba exhultante. El PRI saldría de nuevo de Palacio de Gobierno pues los jaliscienses dieron una oportunidad a MC, organización política distinta a las tradicionales, pero bastante convencional.

Horas más tarde hicimos enlace con Pedro Kumamoto, candidato independiente al Senado en esa elección. En una bodega desocupada cerca del tradicional barrio de Santa Teresita, jóvenes kumamotitas iban y venían en un efervescente trajín, mitad improvisación y mitad ganas.

Kumamoto y Juanita Delgado, su compañera de fórmula, quedaron en tercer lugar tras Movimiento Ciudadano y Morena. Sin embargo, había un ambiente festivo y se respiraba el aliento de quienes creen que tienen mucho por delante, no por nada luego registrarían su partido con el nombre Futuro.

Ese futuro terminó este sábado con el anuncio de Kumamoto de que se abrazará a Morena y al Partido Verde en 2024. La claudicación de Pedro no puede ser más emblemática: renuncia a casi diez años de carrera a favor de la ciudadanía sumiéndose en el mayor corporativismo en décadas.

Partidocracia fue el término que denunciaba un modelo donde los políticos sobreponían sus agendas a las de la ciudadanía. Uno de sus máximos inventos era la creación de organismos autónomos para acotar al Estado que luego conculcaban al imponer a los mismos cuotas y cuates.

La irrupción de Kumamoto en 2015 como exitoso candidato ciudadano a una diputación local se alimentó del hartazgo por la partidocracia. A nivel electoral nunca pudo repetir hazaña parecida. No obstante, su voz y la agenda de su movimiento eran esenciales en un contexto de avasallamiento.

Algunos echaremos de menos la frescura de un tipo decente y comprometido ahora que ha enajenado, por menos que un plato de lentejas, su carrera y su lucha. Otros siempre me dijeron que Kumamoto era poco más que un invento mediático circunstancial. Hoy tengo que concederles algo de razón.

Al anunciar que se convierte en el nuevo acólito de Morena, Kumamoto argumentó que lo hace para “ponerle fin a los gobiernos que dan espalda a las víctimas (…), que rehúyen a asumir su responsabilidad en la seguridad y que actúan de manera autoritaria e insensible frente a las personas”.

Aceptemos sin conceder que sí, que Movimiento Ciudadano en Jalisco es eso que dice Pedro. La cuestión es qué piensa el exwikipolítico de lo que él mismo escribió, bien pronto en el sexenio (diciembre de 2018), sobre lo que ya advertía en el lopezobradorismo: “Militarización del país, opacidad en estudios de impacto de los megaproyectos estatales, alianzas con caciques locales, asignación de delegaciones estatales con criterios electorales (…)”.

En esa columna de EL FINANCIERO Pedro urgía a la Cámara de Diputados a corregir a AMLO. Cinco años después sabemos cómo es Morena en San Lázaro: orgullosos de su abyección. Y a eso quiere sumarse Kumamoto.

Igual y se pegó con una rama de su arbolito-eslogan, o igual y nunca tuvo la madera para, así fuera una voz marginal y solitaria, perseverar en la defensa de los valores que conculca la partidocracia, que como la materia, ni se crea ni se destruye, sólo se viste de guinda tucán.

COLUMNAS ANTERIORES

¿Sirve la mañanera de Claudia Sheinbaum?
La grosería de Marko Cortés a Xóchitl Gálvez

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.