Claudia Sheinbaum busca la presidencia de la República en doble pista. Va, por un lado, a múltiples encuentros con sus correligionarios. Esa es la pista cerrada, refuerzo y tonificación de la militancia dura del lopezobradorismo. La otra pista es de supuesta apertura: para ganar o recuperar a otros públicos.
En la primera pista la exjefa de Gobierno tiene cero problema. En el segundo, sin embargo, se le complicará convocar a expertos, académicos o personas que carezcan de vocación por una disciplina acrítica. Todos ellos podrían ver hoy en el caso Karla Quintana un mal augurio de esa eventual colaboración.
Quintana se sumó al actual gobierno para colaborar en la búsqueda de desaparecidos, “la herencia más triste y dolorosa” del anterior régimen según palabras de Andrés Manuel López Obrador en marzo de 2019. Y en poco más de cuatro años, ella pasó de ser reconocida a fustigada por el Presidente.
Quintana renunció a la titularidad de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas en agosto pasado. Su salida se dio en medio de versiones de que AMLO decidió crear un nuevo censo de desapariciones, obsesionado como está de demostrar que él no es peor que Felipe Calderón en ese rubro.
La polémica aumentó cuando la persona que sustituyó a Karla Quintana fue criticada por su falta de experiencia, y aún más con unas declaraciones de la extitular en un foro del Colegio de México el 7 de noviembre, donde dijo que con personal sin calificaciones la administración tiene la intención “muy clara, y es lamentable, de reducir la cifra de personas desaparecidas, principalmente en este gobierno”.
Cuatro días después, en la mañanera, AMLO dijo que está buscando pruebas para “demostrar que el censo no estaba bien manejado, el registro que se tenía; y que no era nada más ineficiencia, sino había una intención de afectar al gobierno que represento (…) La señora Karla y otros que estaban manejando esto forman parte de una organización supuestamente independiente, pero les puedo garantizar que de derecha. ¿Cómo llegaron al gobierno de nosotros? Quién sabe”.
A pregunta expresa AMLO descartó fincarle responsabilidades a Quintana. “No, no, no, nada, nada más es: es muchísimo mejor, mucho mejor poner al descubierto a todos estos farsantes que presentarles denuncia”.
¿Cómo llegó Quintana al gobierno? La respuesta que arroja Google es una mañanera de 2019.
En febrero 2 de ese año la entonces secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, presumió la convocatoria para la selección de la titular de la CNB, en la que una de “las mejores calificaciones” de la terna finalista fue la de Quintana. “Esto ha sido un proceso transparente, pero quiero enfatizar, de la mano con las organizaciones civiles, con los colectivos y con los familiares de las víctimas. Como ellos dicen: nunca sin las familias”, remató la hoy senadora.
Claro que AMLO sabe todo eso, tanto que en abril de 2021 dijo que la búsqueda de personas desaparecidas se estaba “llevando a cabo, diría también muy profesional, responsable, como nunca se había llevado a cabo un trabajo en este asunto tan doloroso, que ha estado a cargo de Alejandro Encinas y de Karla Quintana”.
Si quedaba duda, la semana pasada la Comisión Nacional de los Derechos Humanos abrió un procedimiento en contra de la excomisionada, a quien acusan de algo muy parecido a lo que dijo AMLO hace tres semanas. Mucha casualidad. O ninguna, pues.
Quien crea que el lopezobradorismo 2.0 que iniciaría en octubre de 2024 se caracterizará por respetar el ejercicio institucional de un puesto, antes que por la lealtad acrítica, ahí está el caso de Quintana.