La Feria

MC: el grupo Jalisco y dos milagros

Jalisco siempre pidió algo elemental a Dante Delgado: que hubiera cartas sobre la mesa y valoraciones racionales sobre la ruta a seguir.

La crisis que hoy vive Movimiento Ciudadano es consecuencia de algo que advirtió hace justo un año Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco y una de sus figuras más fuertes, y menos tomadas en cuenta en 2023 por Dante Delgado, líder del llamado partido naranja.

Hace 12 meses, Alfaro hizo sentir públicamente su descontento por la manera en que Delgado dirigía el partido ausentándose de un cónclave naranja. Enrique creía que a él, y a Samuel García, Dante no los debía citar a una convención nacional sin antes planchar agenda.

Alfaro vivía un momento crítico. Su choque con la Universidad de Guadalajara había escalado al punto que boicoteó la Feria Internacional del Libro 2022. Su enemigo Raúl Padilla, jefe del grupo UdeG, tenía coqueteos con Morena y el gobernador no podía descuidar la sucesión.

Sin amilanarse, el jefe de los naranjas jaliscienses (únicos con diputados federales de elección directa y, a diferencia del neoleonés García, con control del Congreso estatal) deploraba no la falta de cortesía de Dante, sino su arcana forma de proceder, incluso con sus dos y únicos gobernadores.

No vamos a ir a una reunión sin saber de qué va, decidió el jefe del Ejecutivo jalisciense. García, en cambio, asistió y circula una versión de que si ese día, 5 de diciembre, abrió la opción de destaparse fue sobre todo para dar una nota que minimizara el impacto por la ausencia de Alfaro.

El diferendo duró meses y ni con una reunión en Ciudad de México en agosto se disipó la causa de la molestia del grupo Jalisco: qué quiere Dante y cómo pretende llevarlo a cabo. Eso mismo que el líder de MC decía en público –tenemos un plan y en su tiempo lo verán– lo decía en privado.

La estrategia consistía, se sabe ahora, en repetir lo ocurrido, precisamente, en Jalisco antes que en Nuevo León. Ganar el electorado harto de partidos tradicionales; plantear a MC como una alternativa frente a opciones que ya desilusionaron. Como en Guadalajara en 2015 y en Jalisco en el 18 con Alfaro.

La grieta de esa idea es que en estos cinco años incluso en lugares como el Bajío y el suelo jalisciense la marca Morena ha venido avanzando. Y ésta aún captura la idea de un cambio frente al pasado. Suponer que la gente ya se cansó del lopezobradorismo es un error craso o soberbia pura.

La pelea entre Dante y Enrique tenía también el componente de la decisión de la candidatura en Jalisco. Que ese proceso unificara y fortaleciera a los liderazgos locales era tan prioritario como elegir un candidato o candidata presidencial de tal peso que remolcara al partido en general.

Sin mucha ayuda de Dante, lo primero quedó resuelto hace meses. MC Jalisco tiene al candidato mejor posicionado según las encuestas, y el proceso va bien. En cambio, la caída de Samuel es un duro golpe para la idea de que la candidatura presidencial ha de arrastrar votos para todos los de abajo.

Jalisco siempre pidió algo elemental a Dante Delgado: que hubiera cartas sobre la mesa y valoraciones racionales sobre la ruta a seguir. El veracruzano fue refractario y aunque hubo operación cicatriz, la realidad es que cada liderazgo se fue por su lado.

Samuel no era el candidato de Delgado, ese siempre fue Marcelo Ebrard, pero de rebote funcionaba a todos hasta que el sábado los hizo encallar. Dante, que nunca quiso abrir el juego, hoy implora un milagro. En Jalisco esperan otro: que el líder nacional se deje de trucos inútiles y comparta el control.

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