La Feria

Farmaciota, compras de pánico y dolores de cabeza

En el gabinete de López Obrador las autoridades sanitarias son inexistentes salvo para apersonarse a la hora de cobrar sueldos que no devengan honestamente.

Tras su reiterado fracaso en el abasto de medicinas, el presidente López Obrador intentará ocultar con propaganda las deficiencias de ese problema que su administración sólo agravó. En cosa de días intentará apantallar con la llamada megafarmacia, lo que podría provocar nuevos dolores de cabeza.

AMLO sabe muy bien que el truco propagandístico podría funcionarle con ciertos estratos de la población, susceptibles a los mensajes oficiales y a quienes se venderá la idea de que con un bodegón que no tiene ni Obama ya no habrá problema de abasto de medicamentos. ¿Qué podría salir mal?

El gobierno adquirió un almacén de una tienda departamental en Huehuetoca, Edomex. Por qué ahí. ¿Por el Felipe Ángeles? Bueno, queda a 36 kilómetros, tampoco es que esté al lado.

Y sobra decir que las conexiones que se prometieron para optimizar el AIFA (que no vuela a todo el país) están muy lejos de concluirse.

A juicio de conocedores de la materia farmacéutica, si ya se iba a hacer el megaalmacén, quizá la primera cuestión que debió resolverse adecuadamente es la localización del mismo (o de los mismos, pues lo óptimo sería tener varios, repartidos estratégicamente en el país, pero en fin).

De ser uno solo, ¿no sería mejor en San Luis o en Aguascalientes, en un punto intermedio entre los gigantes de la producción nacional de medicamentos –el Valle de México y Jalisco–?, y estados bien conectados con otras regiones del país.

Un Presidente tan puntilloso con el derroche de otros gobiernos ya dispuso que se gasten 2 mil millones de pesos para comprar el bodegón de 10 mil metros cuadrados que ahora hay que equipar y, por supuesto, llenar de medicamentos.

Si el tema fuera de chiles, el tabasqueño se sentiría más listo que Clemente Jacques. Pero es algo más delicado y complejo. Acondicionar el almacén significa mucho más que poner anaqueles, algunos con refrigeración, y aún faltaría lo segundo más importante: ¿de dónde van a sacar medicamentos?

Convencionalmente, la industria farmacéutica, aquí y en China, trabaja bajo pedido, en procesos que pueden durar entre tres o cuatro meses.

¿La administración AMLO ha salido a hacer compras de pánico a fin de llegar a finales de diciembre con anaqueles rebosantes de medicinas para presumir? Quién está comprando a estas alturas del año, a quiénes están comprando y qué estan comprando son las cuestiones clave.

¿Será que están comprando en el extranjero a quien sea con tal de surtir la receta de AMLO, así se trate de laboratorios extranjeros que no cuenten con los debidos permisos sanitarios?

Otras preguntas: de la compra anual de medicamentos, ¿qué porcentaje se enviará a este almacén? ¿O éste será el depósito de sobrantes?

Y lo más importante: cómo va a llegar ese medicamento al paciente. Tanto insistir en que el IMSS se convierta en columna vertebral del sistema de salud y ahora se le pone al lado este megabodegón que, según se ha dicho, administrará Birmex, o sea el Ejército.

Como Palacio Nacional quiere evitar que en la elección se denuncie su irresponsabilidad en el tema del abasto, lo que buscará son fotos y videos de la inauguración de un almacén que bien a bien no se sabe en qué forma va a sustituir o complementar (no se rían) el sistema actual de compra.

Será eminentemente un acto de relumbrón en una materia en la que nadie debería permitirse (más) improvisaciones. Pero en el gabinete de López Obrador las autoridades sanitarias son inexistentes salvo para apersonarse a la hora de cobrar sueldos que no devengan honestamente.

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