La Feria

Claudia, ¿en riesgo por los debates?

En un debate nacional Claudia Sheinbaum será cuestionada por su gobierno en la Ciudad de México, y por los errores y excesos de la administración de López Obrador.

Para fortuna suya, pues hace tiempo que no bateaba de hit, Xóchitl Gálvez copa estos días la prensa sembrando la idea de que Claudia Sheinbaum rehúye los debates y que su líder, YSQ, no la dejará asistir. Se entiende el garlito, pero ¿tiene fondo?

Es común que quien va detrás en una campaña demande encuentros cara a cara. No por nada el emecista Álvarez Máynez, muy atrás de Sheinbaum y de Gálvez, pidió el martes al INE debates semanales.

La táctica de la senadora con licencia es igualmente obvia en su otro objetivo. Le importa no sólo instalar la idea de que Claudia perdería ventaja al ser confrontada, sino proyectar en el electorado que la precandidata de Morena no tiene independencia.

Veremos la respuesta de Morena y su precandidata al golpeteo de Xóchitl, que si bien se puede quejar de que en las portadas de muchos diarios la desaparecen, no ha tenido malos días en la radio.

En lo que llegan esas reacciones morenistas, que superen las salidas en falso de Tatiana Clouthier, al revisar el récord de Claudia en los debates de la campaña de 2018, cuando compitió por la jefatura del Gobierno capitalino, resulta que esas citas no fueron determinantes ni pesarosas para ella.

Hubo tres ese año. En ellos, Sheinbaum fue acusada de negligencia por la tragedia del Tec de Monterrey CDMX y del colegio Rébsamen, con víctimas mortales en el terremoto del 19 de septiembre de 2017. Como alcaldesa de Tlalpan, dijeron sus oponentes, tenía responsabilidad.

Claudia contestaría no sólo negando tal acusación, sino denunciando que usar la tragedia era una vileza.

Por cierto, en el marco de esa campaña, a Sheinbaum también se le acusó de “subordinación” a Andrés Manuel López Obrador.

Alejandra Barrales, su contendiente bajo las siglas de PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, destacaría en una entrevista con Reforma: “Esta ciudad necesita a una mujer determinada, a esta ciudad no le sirve una mujer que, sin desearlo, de repente la hayan mandado a ser candidata, pensando en un proyecto nacional (…) A mí no me mandaron a ser candidata, no me sacaron de ninguna lista, no hubo un dedo designador y, menos, vengo de una tómbola”.

Y al definir a Sheinbaum, Barrales remataría: “Hablaría de inexperiencia, hablaría de subordinación, hablaría de opacidad”. (29/04/18)

Tras el primer debate, Claudia mostró una encuesta que la daba por ganadora. Nada nuevo, de hecho, una nota de EL FINANCIERO expone que todos los candidatos se dijeron satisfechos de su desempeño en esa cita de abril de 2018. Y en general, esa fue la tónica de los tres encuentros.

En conclusión, Sheinbaum fue atacada entonces por lo que la han atacado siempre –incluido el videoescándalo de su exmarido–, y su campaña no lo resintió. Terminó como favorita y ganó.

La exposición de un debate nacional es muy distinta a la de uno capitalino. Encima, Claudia será cuestionada por su gobierno en la ciudad, y por errores y excesos de la administración AMLO.

Xóchitl ya tendrá ocasión de demostrar que es mejor que Barrales o Mikel Arriola, candidato priista en 2018, para hacer tropezar a Claudia como en su momento Fox a Labastida, o Diego a Zedillo y Cárdenas.

En 2018, con AMLO enfilado a la Presidencia, Sheinbaum tenía mucho qué perder y sobrevivió.

En 2024 Xóchitl tendrá que estar a la altura de su reto, no vaya a terminar haciendo una Purificación Carpinteyro, que, histriónica, quiso ganar el debate capitalino al encarar a Sheinbaum con el “internet de las cosas” y sólo terminó en burlas y memes.

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