La Feria

El inexplicable bono del INE

Alguien tan consciente de los vientos de austeridad que soplan en Palacio Nacional, como lo es Guadalupe Taddei, no le daría al Presidente un pretexto más para denostar al INE.

Una de las decisiones más sorprendentes de las últimas semanas es el otorgamiento del bono de ‘productividad’ para los consejeros electorales por los comicios del 2 de junio.

Dicho como está que en ocasiones la explicación más obvia es la verdadera, tendríamos entonces que creer que Guadalupe Taddei, presidenta del Instituto Nacional Electoral, se compadeció de sí misma y de sus compañeros (en ese orden) por la chamba que tienen desde ya.

Fatigada como estaría con la mera perspectiva de larguísimas sesiones de supervisión de las labores organizativas, y en la sapiencia de que tendrá que soportar el lucimiento operístico en los debates de representantes de partido urgidos de clics mediáticos, Taddei pensó ‘juai no’.

Así que dispuso que cada consejera y consejero electoral se embolse casi 20 mil dolaritos extras, que de paso ya les depositaron (la cuesta de enero no les costó nadita a los de la llamada Herradura de la Democracia, literalmente). Todo bien, pero nada checa. Esto ni por metálico suena lógico.

Taddei ha dado demasiadas muestras de que no se manda sola; y por supuesto no me refiero a que no quiere encabezar ese colectivo que es el consejo del INE (perdón la redundancia); que lo suyo no es lograr acuerdos, consensos, negociar con sus pares… convertirse en líder además de imponer.

Y, que quede claro, tampoco nadie dice aquí que la movió la ambición, que se le subió el cargo en términos de erario (aunque se mueve con un séquito que ya quisieran varios secretarios de Estado), que es de las personas que creen que merecen abundancia.

¿Entonces? Quienes ya advierten que inevitablemente cederé a una deriva conspiranoica pueden apuntar aquí sus propias explicaciones, sólo tomen en cuenta que demasiados consejeros fueron los primeros sorprendidos por este inmerecido premio, suspendido desde hace dos elecciones presidenciales.

Entonces. Taddei no está agotada ni por la organización, mucho menos porque no puede convencer (si acaso vencer con la ayuda del Trife), y mucho menos le espantan las dos de tres caídas que Acosta Naranjo vs. Fernández Noroña (duelos inigualables como camaradas que fueron) interpretarán.

Entonces lo que quedan son las explicaciones bizarras. Porque una persona tan consciente de los vientos de austeridad que soplan en Palacio Nacional, como es Taddei, nuncamente amanecería con la genialidad de darle un pretexto más al presidente de la República para denostar al INE. Nanais.

Ni modo de pensar que ella, en un giro argumentativo cuyo libretista sería contratado por Televisa con buena paga, tuvo el sueño de que la mejor manera en que podía apoyar a López Obrador a justificar una reforma al INE era que la prensa repitiera que son caros y abusivos.

Que eso es lo que ha ocurrido. En la antesala de la discusión del paquete de iniciativas que ayer se presentarían, todas bajo el paraguas que clama que los organismos del pasado siguen defendiendo los intereses del ídem y encima resultan megaonerosos, Taddei decidió ser noticia por embolsarse un bonote.

Y que tomada la decisión ésta dure sin darse la obligada reversa, tampoco checa por ningún lado. Bueno, sí, como autogol de ofrenda al Templo Mayor (a su vecino, uds. me entienden).

Es como Lenia Batres reloaded. Regresa la diferencia de su salario como ministra con respecto al de AMLO, más que por creer en la austeridad (cosa que no dudo) porque sabe que hace más por la causa anunciando los reintegros a la Tesorería que convenciendo a las ministras Loretta Ortiz y Yasmín Esquivel de que hagan lo propio.

El misterio del bono del INE que ayuda a AMLO. Voilá.

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