La Feria

Los varios ejércitos y la hija del 68

López Obrador pasa de largo sobre las documentadas denuncia de que el Ejército, bajo su mando, espía incluso a sus colaboradores.

Antes de 2018 se podía decir que teníamos unas Fuerzas Armadas que ayudaban a la población en situación de emergencia; unas que estaban prestas para defender la soberanía; unas más que echaban la mano, o de ellas se echaba mano, para importantes labores de seguridad.

Esas Fuerzas Armadas también eran herederas de la Revolución mexicana. Algunos de sus generales fueron, al mismo tiempo, pilares de la forja de un sistema político que acabó por convertirse en el PRI-gobierno; y asimismo soporte de éste al punto de la ignominia (68, guerra sucia, corrupción…).

Ese panorama cambió mucho estos cinco años. Vale la pena consignar cómo, en su más reciente libro, Andrés Manuel López Obrador da cuenta de parte de lo que les encargó:

“Las secretarías de la Defensa y de Marina han sido nuestros grandes apoyos, no sólo en materia de seguridad pública, sino también en labores de protección civil, control de aduanas, cuidado de puertos, aeropuertos e instalaciones estratégicas como las de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad. También nos han apoyado en la construcción de 2 mil 750 sucursales del Banco del Bienestar; en la construcción de dos aeropuertos internacionales, en la remodelación y operación de otros; en la edificación de hospitales; en la distribución y aplicación de vacunas; en la construcción de 354 cuarteles, canales y distritos de riego; acueductos; caminos; limpieza de playas, desazolve de ríos, parques ecológicos, hoteles, muelles; construcción de vías férreas en el Tren Maya y en el ferrocarril del istmo y del sureste, así como en la operación de la nueva línea aérea Mexicana de Aviación; (…) en fin, en vez de militarizar al país como sostienen nuestros opositores, estamos dejando de manifiesto que los marinos y los soldados son pueblo uniformado, además de trabajadores leales, entregados y patriotas” (Gracias, Planeta, 2024).

En otro capítulo de Gracias, el Presidente aborda el caso Ayotzinapa y niega lo que actores relevantes en esa tragedia han sostenido: que las Fuerzas Armadas, en su gobierno, han sido renuentes a informar todo lo que saben, supieron y tienen sobre la desaparición de los 43.

Y aunque repite lo que tantas veces ha dicho, que su gobierno no viola derechos humanos, pasa de largo sobre las documentadas denuncias, hechas hace casi un año, de que el Ejército bajo el mando de López Obrador espía, incluso a colaboradores de AMLO.

Entonces, en este sexenio el rostro (y el peso) de las Fuerzas Armadas en México se transformó mucho y, al mismo tiempo y por desgracia, no suficientemente.

A pesar de que promete aclararlo antes de irse, y de que denuncia una confabulación para impedírselo, AMLO dejará sin resolver el caso de Ayotzinapa, en buena medida por la cerrazón de las Fuerzas Armadas. Y la negativa de las FFAA a abrirse incluye otros casos del pasado, por supuesto.

Finalmente, y Andrés Manuel es parco al respecto, heredará unas Fuerzas Armadas con negocios gubernamentales como nunca antes.

Las cosas, sin embargo, podrían empeorar: México Unido Contra la Delincuencia ha lanzado una alerta sobre las implicaciones jurídicas, policiales y políticas de la iniciativa anunciada por López Obrador para entregar a la Sedena la Guardia Nacional, tema que debería ser prioritario en la prensa.

Claudia Sheinbaum se define como hija del 68, de esa represión diazordacista que echó mano del Ejército. Si gana la elección, será la máxima autoridad de unas poderosas y omnipresentes Fuerzas Armadas renuentes a la transparencia.

Vaya que en ocasiones el destino se empecina en poner pruebas que ni el mejor novelista imaginaría.

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