Mañana empiezan las campañas, y nada está escrito sobre el resultado de las mismas. Esa es la gran noticia. Que podemos esperar ‘sorpresas’; y así se diera el desenlace que algunos auguran como inescapable, la victoria de Claudia Sheinbaum, la forma en que ocurra también cuenta.
Es posible que incluso esta misma noche arranque la fase final de la lucha por la Presidencia. No es raro que los candidatos quieran marcar agenda con eventos y mensajes en el primer minuto en que la ley permite hacer proselitismo. Así que el tobogán informativo está por llegar.
No dejarán de ser interesantes y eventualmente decisorios todos y cada uno de los pasos que emprendan desde el 1 de marzo las y el candidato presidenciales. Eso es lo bueno de estos procesos, que a contrarreloj veremos cuánto son lo mismo, cuánto mejoraron, cuánto se extravían.
Claudia Sheinbaum llega con un tono más sereno. Y sus entrevistas de esta semana en Radio Fórmula rompieron, así sea momentáneamente, la idea de que se alejaría de foros que le son adversos, de periodistas críticos, de lugares donde no pueda imponer condiciones. Todos ganan con ello.
Xóchitl Gálvez saltará a la cancha tras haber recuperado algo del ímpetu que tuvo cuando buscaba la precandidatura. Está lejos de gozar de momentum, pero es cierto que se le ve más segura, como quien tiene de nuevo la conducción de su proceso, del viaje donde, bueno o malo, ella decide todo.
Jorge Álvarez Máynez tiene todo por escribir en esta historia. Llegó la hora de que su torpe lanzamiento sea sólo una anécdota. Más allá de la fanfarronería de sus patrocinadores, cuenta con las calificaciones personales para intentar una campaña que sea un saludable revulsivo. ¿Logrará hacerse notar?
La ventaja de Claudia es que posee, a pesar de su jefe político, el control de la campaña. Ha ido cimentando su personaje presidencial. Con extremo pragmatismo, candidata y movimiento llegan unidos a la fase final. Hará gala de su fama de disciplina y exigencia al equipo para que todo marche bien.
Su desventaja es que todo desgaste de los problemas mal atendidos por el gobierno federal y no pocos de los estatales, que todo impresentable que han acogido y hasta premiado, pasará factura en contra de la credibilidad de sus promesas. Su desventaja es que una elección de Estado le socavará.
Xóchitl tendrá de su lado la liviandad de no tener que cargar con la etiqueta de favorita. Se sabe en desventaja pero no le quita el ánimo ni le desespera. Es su principal virtud: la fe que tiene en ella y su compacto equipo de que podrán hacer una proeza. Parece candidata independiente.
Su desventaja es que la triada de partidos que la patrocinan no constituye un ejército disciplinado, y tampoco una estructura orgánica o alineada de forma estratégica. Encima, no necesariamente le suma prestigio o credibilidad.
Álvarez Máynez es una perfecta incógnita. Jalisco no lo apoya, como se vio en las declaraciones del gobernador que, no sin razón, critica la hueca mercadotecnia naranja. Y las últimas adquisiciones de MC (¿o habría que decirlo al revés?), como en el caso de Sandra Cuevas, le restan mucho.
Comienzan las campañas, y con ellas debería terminar el monólogo presidencial. Ojalá Andrés Manuel López Obrador se hiciera a un lado, para que a lo largo y ancho del país cientos de contiendas hagan sustantivo el debate de uno y otro lado. El escenario ya no sólo será de las candidatas presidenciales.
Sólo falta conjurar la amenaza de que la violencia se convierta en la protagonista de 2024. Ojalá.