Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez tienen suficientes credenciales para, llegado el caso, liderar a un equipo presidencial. No es el caso de Jorge Álvarez Máynez, pero ese es otro tema. La duda sobre la primera es si no quedará atrapada por el fardo que heredaría.
Hablando del ‘estilo personal de gobernar’, en esta campaña Sheinbaum ofrece una imagen de ejecutiva capaz, metódica y, por supuesto, exigente. Que se demanda a sí misma y a su equipo evidencia antes de actuar, pericia en la operación y, desde luego, resultados. Así la presentan.
Se ha dejado correr la idea de que luego del vendaval político que es Andrés Manuel López Obrador, a su eventual sucesora le tocaría reconstruir no sólo puentes con sectores afectados este sexenio (la ciencia, por ejemplo), sino edificar sobre no pocas ruinas.
La promesa es que viene el tiempo en que una titular del Ejecutivo metódica, puntillosa y aplicada llevará al ‘naciente’ régimen a un nivel de eficiencia que, por supuesto, estuvo lejos de lograrse este sexenio, en el que toda la estructura gubernamental fue sometida a mercuriales hachazos.
La cuestión es que para emprender tal proeza, Claudia no sólo cargaría una enorme losa –las 20 reformas que le endilgó el actual Presidente– que la metería en un berenjenal administrativo que consumiría a la más pintada (leer a Carlos Puig ayer), sino los recursos con los que contará.
Recursos económicos, pero sobre todo los humanos. Hablemos de éstos.
Y no, no me refiero sólo al gabinete, sino a la cantidad de burócratas de Morena aquí, allá y acullá que o bien uno no entiende por qué siguen, o por qué incluso buscan reelegirse o irse a otro puesto, o bien esa ‘razón’ es totalmente entendible, mas no ayudará a Claudia.
Porque una presidenta municipal no es sólo una presidenta entre los 2 mil 500 ediles si se llama Abelina López, ni si es quien ha gobernado (es un megadecir) al desde siempre complicado puerto de Acapulco.
La presidencia municipal es el eslabón burocrático más cercano a la ciudadanía. Por ello mismo llega a tener responsabilidades nada triviales: desde la seguridad pública, hasta obligaciones de protección civil o de servicios que impactan la salubridad.
En Acapulco, dicen desde hace un par de días, Morena ha decidido, contra toda lógica si creemos que los partidos han de tomar resoluciones pensando en la ciudadanía y en la gobernanza, postular de nuevo a quien actualmente cobra en el primer puesto de ese cabildo guerrerense. Ajá.
Y si hace falta decirlo, un diputado tampoco es sólo un voto a sumar a la hora de imponer iniciativas del Ejecutivo. Debieran ser representantes del pueblo (no se rían si se acuerdan de demasiados que ni de chiste), y por tanto vigilantes de que se tomen medidas, o sean corregidas si no, a favor de la nación.
Cuauhtémoc Blanco es un fracaso como representante del pueblo. Será recordado en Morelos como un pésimo gobernante, sí, ahí donde la galería de los malos gobernantes ya era abultada. Y si ahora va a San Lázaro, será sólo para sentarse y levantarse cuando le ordenen. Punto.
Avelina y Cuauhtémoc no son los únicos, no seamos injustos, que lejos de ayudar a Sheinbaum le representarían un fardo.
Podríamos seguirle con Félix Salgado también en Guerrero, con Ramírez Bedoya en Michoacán, con Rocha en Sinaloa, Navarro Quintero en Nayarit, y un largo etcétera.
Con esos cuadros Claudia habrá de coordinarse, pedirles información para hacer diagnósticos, darles presupuesto, exigirles resultados en plazos concretos… uy no, con una yunta así, ni Sheinbaum puede arar.