En sus mítines, de repente Claudia Sheinbaum hace un silencio. Se escucha entonces a todo volumen a Vicente Fox, en declaraciones de 2023 con Fernando del Collado:
“Ojalá Xóchitl nos cubra eso, de que los huevones no caben en el gobierno y tampoco en el país, ya se acabó que estén recibiendo programas sociales, a trabajar cabrones, como dice Xóchitl”.
Inmediatamente, la candidata de Morena arenga a la plaza. Con las palabras de Fox hace un filoso contraste: para los de enfrente, los beneficiarios de programas sociales son flojos, mantenidos.
La escena se repite robóticamente en los eventos de Claudia, idénticos uno tras otro, y en todos prometiendo gobernar con los principios de: primero los pobres, no puede haber gobierno rico con pueblo pobre, y genuina vocación de servicio.
Acto seguido, Sheinbaum entra en una dinámica interactiva. Propone un nuevo apoyo, para mujeres de 60 a 64 por cuidados. Y pregunta a quienes llenan la plaza si están de acuerdo. Tras los síes o las manos levantadas, la candidata responde: “¡A-probado!”.
La dinámica es cíclica: ¿están de acuerdo con más preparatorias (una por cada secundaria)?, “¡A-probado!”; ¿con más universidades? “¡A-probado!”…
La retórica del mitin está troquelada en lo que hemos escuchado durante seis años: los del pasado son malos y quieren recuperar un México de privilegios, los actuales son buenos y quieren ampliar el disfrute de derechos.
En ese marco, el lenguaraz de Fox cae como anillo al dedo con sus descalificaciones a los programas sociales. Sheinbaum se asegura de cobrar factura: Morena te da apoyos y la oposición te los quiere quitar. Si de paso en cada mitin les dice que les dicen huevones, gajes del oficio.
Uno supondría que la campaña de Xóchitl Gálvez monitorea los mítines de su adversaria y que están conscientes de que una y otra vez usa al exmandatario para ahuyentarle votos a la hidalguense.
Bajo esa premisa, resulta aún más gravoso el increíble nuevo lapsus de la opositora.
Si Claudia todos los días erosiona el apoyo a la oposición en las capas más pobres dejando que su mejor aliado sea Fox, cómo entender que sea la propia Xóchitl quien se sabotea con lo de que hay que estar muy “wey” para llegar a los 60 años sin patrimonio.
Lo peor del caso es que con esas palabras Gálvez se echó encima no sólo a los más pobres sino a los clasemedieros, sobre todo los más jóvenes, presos en un mercado laboral que los aleja de la compra de vivienda –la señal más obvia de avance patrimonial–.
La Claudia del mitin es cuadrada, pero no fría y menos distante. Se le ve cómoda en el baño de pueblo, y en la entrevista que le hice el miércoles 10 sonó sincera al decir que no le urge que llegue la elección, pues está disfrutando la campaña.
Por cierto, por razones de espacio el viernes no incluí una pregunta que vale la pena rescatar a la luz de una discusión sobre su estilo de liderazgo y personalidad.
-Cuál es su estilo. Porque ya se está diciendo que si exige mucho, que si grita...
-Yo soy muy exigente conmigo misma y exigente con mi equipo, pero porque estamos sirviendo al pueblo, estamos sirviendo, tenemos en un ejercicio público, pero yo soy una persona muy accesible, muy accesible. Ahora, es exigencia para lograr los resultados. (…) Soy una persona que trabaja mucho y que busco que los demás pues también le echen muchas ganas, porque no es una, no es un asunto personal, hay mucho anhelo del pueblo de México.