La Feria

El narcoenredo de AMLO… narcocontactos, pero ¿para qué?

Hablar con criminales sólo podría estar justificado si, y sólo si y muy claramente, la población gana mientras el poderío de los cárteles merma.

Tras conocerse el sábado la carta donde el narcotraficante Ismael el Mayo Zambada lo implica en su captura, el gobernador Rubén Rocha tiene muchas cosas qué aclarar. Sobre todo porque ahora le han revivido frases donde reconoce diálogos con criminales.

“No nos hagamos pendejos”* es una de las frases que atribuyen al mandatario de Sinaloa con respecto a lo que verdaderamente ocurre en la República en lo que toca a las relaciones entre el poder político y, en demasiadas regiones, el poder criminal.

Sí, en efecto, “no nos hagamos”. Múltiples hechos –como, para no ir más lejos, los narcobloqueos desde tiempos de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto– han demostrado a las y los mexicanos la enorme capacidad logística, y el descarado dominio, de los criminales.

Y si así era en tiempos de presidentes que no les lanzaban en público abrazos, poco qué agregar a lo ocurrido a partir de 2018: desde el Culiacanazo (2019) hasta la ejecución de quienes se oponen o denuncian a criminales, sean líderes de la IP, defensores de la tierra, periodistas, sacerdotes y un largo e incesante etcétera.

Otra evidencia de ese poderío es la regularidad con que madres buscadoras apelan directamente a los criminales de varias regiones para solicitar permiso de hacer sus búsquedas. Ellas saben lo que todo mundo: los gobiernos no rigen territorios que los cárteles sí.

De ahí que quien se diga sorprendido de que un gobernador ‘habla con’, ‘tiene puentes’, ‘establece canales de diálogo’ o incluso llega a sostener ‘negociaciones’ con narcos es o muy ingenuo o muy cínico. Y tras la carta del Mayo, ambas cosas ya no caben.

Caído el telón de cómo hace Morena este tipo de salchichas, lo que sigue no es normalizar y menos incrementar la banda del cinismo que pasa por alto que, ante todo, los criminales, incluso los que ‘respetan a sus comunidades’, causan muerte, son artífices de todo tipo de despojos, pervierten la economía, reclutan jóvenes para hacerlos criminales o adictos y, ni más ni menos, establecen un gobierno paralelo.

Por ello, porque son grupos altamente perniciosos, ahora Rocha tiene que explicar como para qué él personalmente tuvo necesidad de entrar en contacto con el personaje que desde el 25 de julio está en manos de la justicia estadounidense.

Qué lo motivó. Desde cuándo tuvo esos acercamientos. Qué sacó de tales contactos para beneficio de sus gobernados. ¿Fue apoyado en sus campañas electorales por esos personajes? ¿A quién informó de los mismos? ¿Hizo trámites o gestiones para otros políticos?

Ismael el Mayo Zambada, por estrategia legal y/o para mandar mensajes a sus aliados políticos, desde Estados Unidos está denunciando que ha habido mentiras en lo que se ha dicho sobre su forzada llegada al país al norte del Bravo.

La cárcel no hará que ceje en su intento de ‘usar sus otros datos’ para influir en lo que pasa en el territorio, y en la política, que durante tanto tiempo dominó.

La cuestión es si la versión que obligadamente tendrá que dar Rocha será para cuidar sus relaciones con los criminales o para abonar al bienestar de la población.

Porque no nos hagamos: hablar con criminales sólo podría estar justificado si, y sólo si y muy claramente, la población gana mientras el poderío de los cárteles merma.

Si Zambada reinó sin problema tantos sexenios, incluidos tres años del de Rocha, pues en una de esas no era que hablaran para acotarlo. Toca el turno de hablar al (todavía) gobernador. Que nos ilustre para que ya no nos hagamos.

*En conversación de 2021 con Salvador García Soto revelada este lunes.

COLUMNAS ANTERIORES

La primera crisis de la Presidenta
Estadísticas sí, víctimas no

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.