El calendario cívico vive una suerte de aggiornamiento. O retroceso, más bien. Morena quiere que veamos cómo se aplauden entre ellos. Hoy por sus 100 días. Primero los de Claudia, luego los de Clara Brugada. ¿Por qué hay que aplaudir a las y los gobernantes?
“Ya sé que no aplauden”. Enrique Peña Nieto fue el hazmerreír con esa frase. Quintaesencia del priismo del Edomex, EPN un día dijo eso y no se la acababa. Quién nos iba a decir que muy poco después, algunos de los que no aplaudían hasta matraqueros se volvieron.
En la prensa de estos días Brugada es aplaudida por su equipo. La jefa de gobierno se entrega al homenaje que, por si hiciera falta decirlo, la administración capitalina organizó y pagó con recursos públicos. Bizarro homenaje a Jolopo: Gasto para que me aplaudan.
Y a nadie le parece mal, o raro, mucho menos chocante. ¿Cuál es la nota, como se dice en las redacciones, de tales actos que amerite que en primeras planas se destaquen los 100 días? La nota es que celebran y se aplauden entre ellos por cumplir… 100 días. ¡Guau!
Qué va a pasar cuando cumplan mil (que sería lo más normal porque un sexenio dura más que eso), ¿se autoaplaudirán con diez veces más ganas, querrán llenar plazas o auditorios con multitudes acarreadas con potencia multiplicada por diez?
Este movimiento es una aplaudidera. Puro autobombo. Y, desde luego y en congruencia, dispensa permanente. Si la Presidenta dice que zutano es buen gobernador, ya está. Sentenciado queda. No se diga más. Si ella lo decreta, qué importa lo que opinen sus gobernados.
Así era antes. Esto es continuidad sin cambio. El ex hacía lo mismo. Si él decía que un gobernante era a todo mecate, los gobernados, a llevarse sus críticas a otra parte. En Palacio él mismo instituyó que sus paleros aplaudieran. Sabía que si él aplaudía, aplaudían.
La presidenta Sheinbaum va por las mismas. A gusto en su cámara de eco matutina, diario fomenta la narrativa de que vivimos Historia. ¿Pruebas? Que ella y los suyos nos gobiernan. Rápido, estrellitas en la frente para todos. Requisito único: que sean parte del movimiento. Que se oigan esas palmas.
Quién añora un gobierno que a secas cumpla con sus obligaciones si se puede tener uno que por el mismo precio hace Historia. Qué suerte atestiguar el presente. Si Fox tuvo su gabinetazo, si Juárez a la generación de la Reforma, nosotros a Morena. Aplausos. Muchos.
Y prepárense. Después de los 100 días, seguro vendrá el informe por los siguiente tres meses. Quizá coincida, días más días menos, con el primer semestre de los gobiernos entrantes. Qué generoso es el calendario: nueva fecha para que el gobierno se aplauda.
Veremos entonces en cosa de nada, en un tris, al movimiento celebrar, de nuevo en la plaza, que vamos bien, que un trimestre después la Historia se sigue haciendo: aplaudamos que ellas y ellos se aplauden entre ellas y ellos. Y al año, ay, no, qué ilu: ¡el añito del segundo piso!
Esto del culto a la personalidad –vuelvo al principio, cuando usé la palabra regresión– no es nuevo. Décadas viviendo bajo ese chiste revelador que anunciaba que la hora era exactamente ésa que el presidente decidiera. Hasta el tiempo obedecía al tlatoani.
Lo raro es que esta izquierda –sus fundadores, sus líderes– criticaba a aquellos priistas y la obediencia absoluta, la ‘disciplina’, los besamanos, el vivir fuera del presupuesto es vivir en el error, el confeti de masas aborregadas… aplausos para la transformación.