Alejandro Gertz Manero, fiscal general de la República, no asistió este jueves al tour que él mismo armó en el rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco.
La ausencia del titular de la FGR remarca que sólo pretendía un operativo mediático. Dudas: ¿como un intento para apaciguar a una opinión pública indignada con “un campo de exterminio”?, pero ¿había algo qué ver?, y, sobre todo, ¿servía para hacer justicia a las víctimas? Por las declaraciones de ayer de varias de las buscadoras, todo lo contrario.
La verdad de Teuchitlán no necesariamente se encuentra en el rancho Izaguirre, y menos en los espacios a los que pudo acceder la prensa. Esa verdad podría hallarse en muchos lugares; para llegar a ella, hay que seguir pistas remotas y rastrear desde años atrás, no este jueves. Hay que investigar, por ejemplo, a las autoridades estatales y federales que han sido omisas frente a denuncias de desapariciones, ésas que ni cuando las madres les aportan indicios, los siguen.
Gertz Manero reclamó el miércoles a la fiscalía de Jalisco una docena de omisiones graves. Si la denuncia del titular de la FGR tiene fundamento, entonces costará aún más llegar a la verdad.
Si ya íbamos demasiado tarde en ese proceso de reconstrucción sobre lo sucedido en Teuchitlán, por qué el fiscal general de la República tomó una medida que puede entorpecer las labores periciales, por qué abrir el rancho al aventón, por qué no dar prioridad al resguardo y a la investigación.
El 5 de marzo ocurrió el hallazgo que marcó un hito en la indignación ciudadana con respecto a la desaparición forzada. Ese mérito es de un grupo de madres buscadoras y de los primeros que difundieron las imágenes de las pertenencias de gente desaparecida en Teuchitlán.
Dos semanas después, el sitio del hallazgo estaba bajo proceso pericial. O debería. Porque ayer fue sede de un tour: un centenar de medios pudieron entrar a un rancho donde la verdad es elusiva a simple vista. Y, por su parte, las buscadoras que ingresaron se sintieron burladas y ofendidas, su dolor expuesto de nuevo, su desasosiego por la incertidumbre de si ahí podrían hallar un rastro de su familiar, como parafernalia de un show que pidió Gertz.
Si algo es rescatable de la apertura del sitio, sin duda alguna, es que mantiene en el foco mediático una agenda que suele tener poco arrastre en la opinión pública. Y si a la postre, las primeras planas por muchos días más son para las buscadoras de todo México, habrá valido la pena.
Empero, encontrar una verdad, que eventualmente lleve a la justicia, ¿se facilita con la puntada de Gertz Manero? Éste, por cierto, no tuvo prisa para recibir desde el miércoles el expediente que le ofreció la fiscalía de Jalisco. ¿Burocratismo típico de un ministerio público?
Hace 15 años en Ciudad Juárez había “narcotours”. No faltaba quién ofreciera llevar a un periodista o académico a una “escena del crimen”: si por entonces mataban a una decena de personas al día, en cosa de minutos atestiguabas el levantamiento de un cuerpo.
La muerte violenta que había ocurrido era, por supuesto, de interés de las autoridades. Los peritos tendrían que hacer su trabajo. Los medios, reportar el crimen. Los ministeriales, investigar. El “narcotour”, en cambio, sólo alimentaba el morbo.
Descubrir la verdad sobre ese homicidio dependía de, entre otras cosas, reforzar la capacidad de la fiscalía de Chihuahua. Cuando en Juárez las ejecuciones se daban por racimo, los expedientes les caían a montones a un puñado de ministeriales. Es decir: cero posibilidad real de investigar.
Si Gertz quisiera la verdad de Izaguirre habría colaborado con Jalisco desde antes del 5 de marzo, mandando, por ejemplo, investigadores; y habría contactado a las madres que han trabajado en la zona donde se encuentran predios parecidos —como en Tala, a menos de 20 km de Teuchitlán—; habría armado un mecanismo para identificar las prendas y los restos humanos ahí hallados. Habría pedido paciencia para recuperar el tiempo que, según él, perdió la fiscalía local. Habría…
Parte de la verdad de Teuchitlán está escondida, por supuesto, en otros casos que tampoco la fiscalía de Gertz, y las de otros estados, han indagado y resuelto. Porque los campos de exterminio no son anomalías municipales o desconectadas de las redes criminales a lo largo y ancho de México.
Ah, pero ayer hubo “narcotour” en Jalisco. Cortesía de Gertz Manero y a costa del dolor de las madres.