Existen cinco formas básicas para confiar en un médico en México: 1) Poseer título profesional. 2) Facultad donde estudió medicina. 3) Experiencia práctica comprobable, a través de su actividad profesional. 4) Institución en la que labora). 5) Disposición humana y actitud solidaria hacia el paciente institucional.
Si el gobierno de México desea (aunque no lo va a hacer) llevar a todos los rincones del país servicios médicos profesionales, con sensibilidad y calidad humana, debería modificar y mejorar las estructuras caducas y burocráticas de los mastodontes ineficaces: IMSS e ISSSTE, y la permanente indolencia profesional de la mayoría de sus burocráticos e insensibles médicos externos o de consultorio de sus clínicas.
Lo primero que detectamos en nuestra investigación médica no privada, es la soberbia y la pobre disposición de los médicos externos a dedicarles el tiempo necesario a cada una de las personas o familias humildes que necesitan de sus servicios. (“Les falta caridad”, solía decir mi madre).
Lo último a lo que estarían dispuestos los médicos del IMSS y del ISSSTE es a establecer una digna relación humana con las personas humildes, que ‘tienen derecho a sus servicios médicos’.
Los enfermos humildes los consultan porque no tienen otra posibilidad médica. Carecen de recursos para mandarlos al diablo y consultar médicos privados, como solemos hacerlo los demás. Esos médicos se distinguen porque no tienen la mínima intención de establecer una relación humana ni el mínimo contacto personal con sus humildes pacientes. ¡No disimulan su permanente cara de ‘culo’!
Lo que los médicos externos del IMSS e ISSSTE desean, y por tal motivo reducen al mínimo el tiempo de cada consulta, es terminar, lo más pronto posible, con el número de enfermos que los ‘obligan a atender’. Esta es la lamentable realidad en México. En nuestra investigación recogimos una opinión generalizada de los médicos externos o de consultorio: su lejanía despectiva con el paciente y la ‘prisa’ por terminar su cuota de pacientes impuesta por la Institución… (Lo demás, cómo suelen decir los niños, les vale sorbete).
Otro ‘problema’ que los enfermos pobres padecen con mucha frecuencia es que los médicos faltan con mucha regularidad o llegan muy seguido tarde a sus consultas… Esto significa que la Institución ‘reparte’ a los enfermos entre los otros médicos, los cuales son obligados a atenderlos, con furia poco disimulada, llegando así a las consultas de cinco minutos de duración, suficientes para rellenar recetas con el mínimo tiempo para que el paciente ‘comprenda’ lo que tiene que tomar y la duración de las dosis. (A tales médicos ‘les vale’, que los pacientes lean mal o no sepan leer).
Estos médicos institucionales, rara vez ‘tocan’ a sus pacientes humildes… porque les tienen asco.