Samuel Aguilar Solis

Los saldos del COVID

En México estamos viviendo un momento crítico por la variante ómicron del COVID-19 por la cantidad de contagios y de fallecimientos por esta causa.

En México estamos viviendo un momento crítico por la variante ómicron del COVID-19 por la cantidad de contagios y de fallecimientos por esta causa; ahora, nuevamente acudimos a una etapa en donde, en algunas ciudades, los servicios hospitalarios comienzan a estar rebasados, y una vez más, las estadísticas oficiales son un referente nada confiable en virtud de que muchas personas con los síntomas, pero sin hacerse la prueba y quedándose en casa muchos de ellos, no forman la estadística oficial. Y porque de plano las autoridades, ante la ineficiencia operativa de ofertar la cantidad de pruebas, han decidido que quienes tengan síntomas ya se queden en casa porque es COVID y punto.

Con esto que estamos padeciendo es clara la evidencia de que son una gran cantidad de mexicanos aún NO vacunados, que muchos ya vacunados y hasta con la tercera dosis de refuerzo, han salido positivos y mostrando también a estas alturas de la pandemia que no hay certeza absoluta aún de las pruebas, por aquello de los falsos positivos o negativos, pero al fin de cuentas, que esta variante es muy contagiosa y en determinadas circunstancias es mortal, por lo que hay que mantenerse con todos los cuidados e intensificar la vacunación a fin de reducir los riesgos.

La pandemia ha mostrado no solo la debilidad de nuestros sistemas de salud y de protección social, sino que al no haber presupuestado recursos adicionales para esto de parte del Congreso ni del gobierno federal, las personas que se han visto en la necesidad de tener estos servicios por haberse contagiado y contar con seguridad social, el impacto negativo sobre sus condiciones de vida les pega aún más, orillándolos a engrosar las estadísticas de más pobreza y con ello, frente a los que aún con la pandemia han logrado aumentar sus ingresos, la brecha de desigualdad se profundiza.

Ahora, mientras la pandemia continúa en tasas muy altas de contagio, la economía nuevamente tardará en recuperarse y es claro, mientras la pandemia no termine, la economía no se recuperará, pero además la ausencia de una política económica que apoye la recuperación de las Pymex (pequeñas y medianas empresas) y apoye también directamente a las personas que han perdido su trabajo con recursos públicos, no se recuperarán los niveles de consumo del mercado interno, aparte de que la reactivación económica en los Estados Unidos de Norteamérica no ha tirado lo suficiente lo que se estimaba que haría con la economía mexicana, y aún más, la inflación que desde hace meses golpea la economía nacional es claro que las expectativas económicas para este año no son nada halagadoras y así se empieza a proyectar ya por organismos financieros y económicos tanto internacionales como nacionales, lo que sumando a lo que ya veníamos arrastrando de este sexenio de una pésima conducción de la economía, es claro que los saldos son de mayor pobreza y caída del PIB nacional.

Ya en el informe del Inegi del año pasado vimos que la primera parte de este gobierno nos ha dejado casi 5 millones más de pobres, pero en la medida que la pandemia continúe y el gobierno mantenga sus posturas no habrá ningún viraje, sino al contrario, se irán agudizando a peor las condiciones de crecimiento económico y por ende de mayor pobreza y desigualdad social en la segunda parte del sexenio y más sin visos de terminación de la pandemia.

Las secuelas que el COVID deja en muchas personas que se han contagiado no solo es un tema individual o muy personal, que lo es sin duda, sino que desde el punto de vista nacional obligaría a que deberíamos de tener un diagnóstico de su significado para nuestro sistema de salud y los costos de ello porque al final es un costo para el país, y debería de llamarnos a reflexionar sobre la seguridad social nacional y su financiación, pero también es un aspecto a considerar para la reactivación económica. ¿O cómo vamos a reactivar la economía si no hay inyección de recursos públicos y en cambio hay un discurso y acciones de parte de López Obrador que inhiben la inversión nacional y extranjera? ¿Cuántas son las personas que por secuelas del COVID no pueden reintegrarse a sus trabajos de manera normal? ¿Cuál es el costo financiero de atender debidamente a las personas con secuelas del COVID en el sistema nacional de salud? ¿Cuáles son los saldos en materia de salud mental de los mexicanos por la pandemia y cuál será el costo financiero para el Estado por esta materia? ¿Cuántos son los mexicanos que por edad y preparación técnica no se han podido incorporar al mercado laboral a causa de la pandemia y por la caída de la economía? ¿Cuál es el saldo por esta pandemia en materia educativa para los alumnos pero sobre todo para el sistema educativo del país? ¿Como serán los impactos en el mundo del trabajo lo que la pandemia ha dejado de los trabajos en casa o de la digitalización de servicios y trabajos tanto privados como de los servicios públicos? ¿Cómo será la brecha social entre los mexicanos pospandemia y cuáles las consecuencias sociales y políticas de este hecho? Muchas seguramente son las preguntas y los temas a reflexionar y la agenda nacional pero el de Palacio tiene ‘otros datos’, ¿no? Y otras prioridades, aunque la realidad terca como lo es, cada día demuestra el fracaso del ‘gobierno’ lopezobradorista.

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