Samuel Aguilar Solis

2025: La incertidumbre

Muchas son las amenazas vertidas por Donald Trump durante la campaña, pero no se sabe cuántas de ellas realmente serán cumplidas.

A unos días de la toma de posesión como presidente de los Estados Unidos de América por parte de Donald Trump, por segunda ocasión, lo único que sabemos con certeza es que no podrá ser reelecto, fuera de eso creo que lo demás es incertidumbre.

Muchas son las amenazas vertidas por el personaje durante la campaña, pero no sabemos cuántas de ellas realmente serán cumplidas; sin embargo, una gran inquietud recorre el mundo, en grupos sociales sobre todo de migrantes, en países que tienen que ver directamente con la economía norteamericana o que su estabilidad política depende de los intereses de los estadounidenses, jefes de gobierno, en virtud de su relación o identificación política con el próximo presidente, y hasta en los mercados realmente hay un gran temor de lo que pueda pasar durante su próximo gobierno.

Su llegada nuevamente al poder representa, por los antecedentes que dejó su primera presidencia y por lo que estuvo diciendo y comprometiéndose en la campaña, una gran amenaza no solo para la democracia norteamericana, sino para la democracia en el mundo.

Además, la forma de su triunfo en el Colegio Electoral y el voto popular que le llevó, incluso, a ganar las dos Cámaras del Congreso y la influencia que mantiene en la Suprema Corte de Justicia lo ponen como un presidente prácticamente sin controles, con un ego y una personalidad autócrata que, sin duda, representa una gran interrogante de qué es lo que hará con todo ese poder a partir del día 20 de enero.

Es cierto que el antecedente de gobierno autocrático contemporáneo más claro está desde hace 25 años con la llegada al poder de Vladimir Putin en Rusia; sin embargo, tenemos que en el siglo XXI, los populismos latinoamericanos, algunas experiencias europeas, el caso de India, o la misma llegada de Trump y lo que fue el Brexit en 2016 marcaron el declive de la democracia liberal y la irrupción no solo del populismo, sino además con él, las formas autoritarias del ejército del poder y acciones concretas de parte de estos liderazgos para matar la democracia. México, desde 2018, es un caso más.

Seguir indagando e insistiendo sobre las causas que han llevado a que liderazgos populistas y autocráticos hayan arribado al poder, con el apoyo de los votos de los electores y usando los canales institucionales y legales de la democracia, debe de seguir siendo una tarea para poder encontrar el camino, como en otras experiencias pasadas ya en la historia, para que la democracia pueda volver a renacer.

Sin duda que la crisis de los partidos tradicionales y su derrota frente al populismo es no solo otro de los temas de la agenda por construir, sino sobre todo, la causa que llevó al rechazo popular por la cartelización de los partidos políticos, así como su corrupción. Nuevas formas organizativas, nuevas narrativas y nuevos liderazgos para esta nueva realidad son necesarios y urgentes.

Por ello, frente a la incertidumbre y desafíos que están por arribar por la llegada de Trump de nuevo al poder y sus impactos directos en nuestro país, es que el movimiento democrático en México debe saber leer de manera correcta la coyuntura y el contexto global al que asistimos.

La posibilidad de deportaciones masivas de connacionales, no cabe duda, que sería una tragedia humanitaria, México no tiene objetivamente la capacidad de albergar y dar respuestas de salud, ayuda psicológica o seguridad jurídica a los deportados nacionales y no nacionales, eh, ojo con los últimos; en el terreno económico las repercusiones por el peso que representan en la economía nacional la llegada de remesas de esos trabajadores migrantes que habrán de disminuir; de carácter social porque con una economía tronada, como es el caso de la mexicana, esos trabajadores no tendrían oportunidades de empleo y con ello habría, sin duda, un crecimiento de la pobreza y de las desigualdades en el corto plazo; para las finanzas públicas que crujen ya por los compromisos del pago que conllevan los programas sociales más el pago de intereses por la abultada deuda pública, en medio de una recrudecida violencia e inseguridad, y con unos ineptos y corruptos gobernantes.

El descontento estará a flor de piel y no habrá dádivas que alcancen por la escasez de recursos para las demandas sociales que se vienen.

Morena no es un partido político, sino la agrupación de intereses sin ideología coherente que lograron agruparse por medio del liderazgo de López Obrador, que aunque siga tras bambalinas del poder presidencial no será lo mismo frente a nuevos actores sociales con demandas concretas y de urgencia frente a las muy probables medidas de Trump.

Las acciones de la Secretaría de Economía llevando decomisos de productos chinos deja más al descubierto la corrupción del gobierno morenista que los supuestos golpes que le infringen a ese tipo de comercios, porque la primera pregunta que brinca es: ¿por cuál aduana entraron y quién los dejó pasar?, y si todo lo que se está haciendo es para mandar el mensaje de que no se quiere nada con los chinos, se olvida que la amenaza de Trump de imponer un arancel a las exportaciones de México a su país es sobre los componentes de productos que se exportan a Estados Unidos, no sobre el comercio de baratijas chinas que es lo que están decomisando en México, así, estas acciones de decomiso parecen más propaganda morenista que una estrategia frente a la guerra comercial de EU-China.

La respuesta del gobierno al reportaje del New York Times sobre la producción de fentanilo en México, que es un tema importantísimo no solo para el futuro gobierno de Trump sino ahora mismo del gobierno de Biden, refleja la incomprensión del gobierno mexicano con el problema del fentanilo, que el gobierno y la sociedad norteamericana tienen al ser no solo un problema de salud pública sino de seguridad nacional.

Negar lo evidente en vez de mostrar disposición de cooperación refleja la ausencia no solo de diplomacia sino de empatía con miles de familias norteamericanas que se han visto afectadas con esa droga.


Al mantener, la Presidenta, el discurso de odio y de polarización social, no tiene cara de pedir la unidad nacional frente a las posibles acciones de presión de Trump porque a final de cuentas, lo que se refleja es la ausencia de una estrategia de Estado para enfrentar sus posibles presiones.

Y bueno, si no han podido tener en seis años un buen gobierno los morenistas, menos podemos pedirles que tengan un sentido de Estado que prevea que la incertidumbre que se asoma a la llegada de un líder autoritario pueda tener en México un cambio de rumbo al populismo autocrático, que lo único que les importa es mantener el poder y la corrupción imperante en el bloque en el poder.

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