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El cochinero del Licenciado

Tras cuatro años y medio en Palacio Nacional, López Obrador se queja de que le dejaron un cochinero, pero antes de ser elegido, él dijo que podía arreglarlo.

Se quejó en sus largos años de campaña que el país era un cochinero. Pedía que lo eligieran porque él, y sólo él, podía arreglarlo. Tras cuatro años y medio en Palacio Nacional, se queja que le dejaron un cochinero. Es el proverbial borracho que resultó pésimo cantinero. Pero el Licenciado ha mostrado una singular habilidad para eso del cochinero, haciendo uno todavía más grande. Hubo quienes votaron por el susodicho diciendo que nadie podría ser peor. Sorpresas te da la vida.

El tabasqueño criticaba el 2 por ciento de crecimiento promedio de la economía mexicana. En sus primeros cuatro años esa cifra ha sido de -0.1 por ciento. ¿Se le atravesó la pandemia? A todo el planeta, y muchos países hace tiempo que superaron el PIB de 2019. Claro, esos gobiernos sí canalizaron recursos para salvar empleos, apoyar en forma extraordinaria a los más pobres y dar a la población vacunas sin diluir. El crecimiento acumulado de 2021 y el año pasado no ha sido suficiente para remontar la contracción de 2020. Hay que agregar que en 2019 también se contrajo el PIB, y ni modo que también culpe a la pandemia. Había prometido ese año, su primero trabajando (es un decir) en Palacio, que la economía crecería 4 por ciento promedio y 6 por ciento en el cierre de su sexenio. Lo primero es ahora imposible y lo segundo también.

Se cansó de criticar la militarización de la seguridad, y hoy preside el gobierno más militarizado de la historia reciente. No ha parado de entregar recursos, programas y proyectos al Ejército y Marina, aparte de militarizar el aparato de seguridad. Si Miguel Alemán fue el primer Licenciado en seguir a los generales que ocuparon la presidencia, este está entusiasta trayéndolos de regreso.

No estaría mal si la militarización hubiera funcionado, si se hubiera frenado la acumulación de muertos. Este gobierno suma más homicidios ahora que cualquier sexenio en su totalidad en la historia reciente, y todavía le quedan 15 meses para seguir apilando cadáveres. Porque si algo le caracteriza es la necedad. Sigue, impertérrito, ofreciendo abrazos y no balazos a las mafias criminales, becas a los jóvenes y chanclas a sus mamás, aparte de los militares hasta en la sopa, como la solución para pacificar el país. Por supuesto, no se cansa de decirlo, la culpa es de la “mala herencia” que recibió.

Dinamizar el crecimiento, reducir la violencia, sin duda eran retos complicados. Pero hay un cochinero que no es aumentado por sus acciones, sino absolutamente de su autoría y que no le puede adjudicar al pasado: la montaña de excremento que es la corrupción de su gobierno. El Licenciado resultó con uñas tan largas como su lengua. Fue el que prometió barrer las escaleras de arriba para abajo, que decía que el Presidente se enteraba de todo y no permitiría una sola transa, el que no se cansa de sacar el pañuelito blanco, el que machaca que necesitará una pensión del ISSSTE para no caer en pobreza en su ranchito.

El mismo que estableció Segalmex y sostiene a Ana Guevara. A quien le renunció la persona que encabezaba el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado asqueado por la robadera. Es el que tiene a la parentela sirviéndose a lo grande como la tuvo recaudando sobres llenos de dinero. Quien ataca incansable la transparencia y cuyos funcionarios no se cansan de adjudicar contratos a dedo. Sobre esa montaña de raterías ondea el pañuelito blanco.

“No somos iguales” es una de las frases favoritas del Licenciado. En eso del cochinero, sin duda ni quien le gane.

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