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Todo lo que puede salir mal en 2024

Ya se vivió un año que se esperaba tranquilo y con un cierre sexenal fuerte, y en cambio resultó una pesadilla: 2024 puede ser una repetición de 1994, el año en que todo salió mal.

Un crecimiento económico respetable, aunque no espectacular. La inflación está bajando, y pronto habrá otro subidón en las pensiones para adultos mayores. El peso fortachón sigue, en parte impulsado por el petróleo. La inversión pública a todo vapor, buscando terminar los elefantes blancos. No servirán de nada y perderán dinero, pero mientras tanto crean empleos y empujan el dinamismo económico. Sin duda se sumará otro fortísimo aumento al salario mínimo en unas semanas.

No será el crecimiento de 6.0 por ciento prometido por el Licenciado. Tampoco habrá sistema de salud danés y menos habrá desaparecido la corrupción, pero unos pesos extras en el bolsillo hacen maravillas entre votantes pobres. ¿Qué puede salir mal en 2024 para el gobierno y su candidata? Mucho.

Porque el Licenciado sigue claudicando ante las mafias criminales y cediéndoles terreno. Quizá sus líderes querrán darle algunas lecciones a los que aspirarán a cargos públicos, para que sepan realmente quién manda en el país, no sea que empiecen a tener ideas de independencia o, peor, de no ofrecerles abrazos. Ya se sabe que los expertos en dar balazos son ellos. ¿Una repetición de lo ocurrido en 2021, incluso magnificado a nivel 1994?

Porque el gobierno estará gastando durante el año cual marinero borracho, precisamente buscando congraciarse con los votantes. El déficit proyectado supera el 5.0 por ciento del PIB, el nivel más elevado desde 1988. ¿Y si se salen de control los elefantes blancos? Porque el demagogo quiere cortar listones y dar discursos, o sea que hay que acabar cueste lo que cueste, y esto último es literal.

Porque Petróleos Mexicanos es una bomba de tiempo. Para sorpresa de absolutamente nadie excepto del agrónomo que encabeza la paraestatal y de quien lo puso ahí, la estrategia del rescate de la soberanía no funcionó. Tras carretadas de dinero, la producción no subió, la deuda no bajó y las refinerías siguen perdiendo dinero a raudales, aparte de que Dos Bocas va enfilada a costar el triple de lo originalmente proyectado. La Secretaría de Hacienda y Pemex están en un estira y afloja sobre quién paga el pato (el servicio de la deuda) en 2024, y pueden reventar la liga, e incluso arrastrar la calificación crediticia del gobierno federal.

Porque habrá campaña presidencial en Estados Unidos y México será, de nuevo, la piñata favorita de aquellos que busquen la Casa Blanca, más entre los republicanos y sobre todo por quien inició sin pudor alguno esa forma de ganar votos: Donald Trump. Peña Nieto se le puso de tapete y lo mismo hizo, con mayor abyección, López Obrador. A los dos los pisó con singular alegría y al segundo, según presumió, lo dobló.

Porque el autoritario quiere un segundo sexenio por medio de su corcholata, y no hay duda de que chillará fraude si esta pierde, como siempre ha hecho. Pero ya no tiene que cerrar Reforma ni tratar de cercar la Cámara de Diputados, puesto que ahora controla al Poder Legislativo aparte de las Fuerzas Armadas, a las que tiene literalmente compradas. No tendría empacho en desatar una crisis constitucional, no le vengan con eso de que la ley es la ley. Igual hasta puede extender su mandato.

Porque el peso está en un régimen de libre flotación, y puede desplomarse ante cualquiera de los escenarios anteriores, ya no digamos una combinación de ellos. Porque ya se vivió un año que se esperaba tranquilo y con un cierre sexenal fuerte, y en cambio resultó una pesadilla: 2024 puede ser una repetición de 1994, el año en que todo salió mal.

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