El cambio de perspectiva de la agencia calificadora Moody’s sobre la deuda del gobierno federal, de estable a negativa, es simplemente un reflejo de las acciones realizadas en las casi siete semanas que Claudia Sheinbaum lleva gobernando el país. La Presidenta ha sido fiel al proyecto heredado del obradorismo. Cuánto por convicción propia y cuánto por imposición del tabasqueño es un misterio. El hecho es que la futura inquilina de Palacio Nacional (está por mudarse a ese recinto) no se ha atrevido a tomar ninguna acción que contradiga lo establecido en el sexenio anterior. La ratificación de Rosario Piedra al frente de la CNDH evidenció, con rudeza, al nuevo Maximato.
Esa ratificación no tiene relevancia para la economía nacional, pero sí la destrucción del Poder Judicial como contrapeso y límite del Ejecutivo y Legislativo, con todas las implicaciones que ello tiene para los derechos de propiedad, respecto a los contratos y en general la acción de la justicia en el país. Una perspectiva poco atrayente para inversionistas nacionales y extranjeros, incluyendo, por supuesto, los potenciales compradores de deuda del gobierno.
Relevancia también la tiene el gasto público que se escapó de control en 2024 y que ha traído un desequilibrio presupuestal que probablemente cerrará el año en un nivel superior al 6 por ciento del PIB, el más elevado desde 1989, cuando concluía la brutal crisis de la deuda de esa década. La Presidenta no ha hecho nada (y menos, si cabe, el titular de Hacienda y Crédito Público) por mostrar preocupación en controlar el gasto. Al contrario, Sheinbaum ha mostrado un singular entusiasmo por gastar más (desde pensiones hasta proyectos de infraestructura). De hecho, ha reiterado que recibió finanzas públicas sólidas, una preocupante señal de ignorancia o de tratar de quedar bien con su padre político.
A los nubarrones internos se agrega la contundente victoria de Donald Trump. El secretario de Economía, quien lo conoce bastante bien, se engaña al pensar que solo se trata de combatir, llegado el caso, aranceles estadounidenses con aranceles mexicanos. En esta ocasión el paquete es mucho más complejo, con el comercio combinado no solo con migración, sino además con el fentanilo. Una migración ilegal alimentada no solo por el tránsito de extranjeros por territorio nacional buscando llegar a la frontera, sino el de los propios mexicanos, flujo que volvió a incrementarse notablemente durante el obradorismo. Eso sí, trajo que AMLO festejara constantemente, algo a lo que se ha sumado Sheinbaum, el monto de las remesas.
Si algo comparte la presidenta con su antecesor es la soberbia. También de ella adolece en exceso Trump, pero sucede que su fuerza es considerablemente superior. La estrategia de criticar a Estados Unidos por lo que sucede en Sinaloa y hablar de pausas en relaciones, incluso la de apoyar económicamente a Cuba, traería consecuencias con el republicano. En 2018 pensar que drones o incluso comandos estadounidenses pudiesen invadir territorio nacional era impensable; hoy es perfectamente factible.
La acción de Moody’s es llanamente un reflejo de lo que ha ocurrido en el país y las perspectivas futuras, literalmente negativas. Mucho puede hacerse por corregir el rumbo, incluyendo el Presupuesto que hoy enviará la Secretaría de Hacienda al Congreso. Pero las acciones de Sheinbaum hasta hoy indican que no sabe, no quiere o no puede cambiar el modelo de decadencia económica que recibió.