Los veganos se distinguen por su elección de no consumir ningún producto de origen animal, en contraste con los vegetarianos, que excluyen la carne, pero permiten productos como lácteos y huevos en la dieta.
El veganismo, como movimiento social y filosofía de vida, tiene sus raíces en diversas culturas y épocas. Aunque sus fundamentos éticos y morales se han desarrollado a lo largo de los siglos, la noción moderna del veganismo surge en el siglo XX. Los cimientos pueden rastrearse en tendencias vegetarianas históricas en distintas partes del mundo, cuyos adherentes rechazaban la carne por motivos religiosos, culturales o filosóficos. No obstante, el término “vegan” (combinación de las primeras y últimas letras de “vegetarian”), vegano en español, se acuñó en 1944 por el activista británico Donald Watson y un pequeño grupo de vegetarianos en Inglaterra, fue creado para reflejar una postura ética más rigurosa.
Según Watson, va más allá de la simple dieta vegetariana, pues rechaza el consumo de cualquier producto animal, incluyendo carne, lácteos, huevos y derivados. Su postura se basa en la creencia de que los animales no deben ser utilizados como recursos para el ser humano.
Con el tiempo, se formaron organizaciones y grupos en distintos países, promoviendo la adopción de este patrón de vida. La década de 1970 marcó un impulso significativo con la apertura de tiendas y restaurantes veganos en varias ciudades.
En las últimas décadas, esta costumbre ha ganado popularidad mundial debido a factores como la salud, el medio ambiente y el bienestar animal. Las redes sociales y el acceso a información han contribuido a difundir los principios veganos y a crear una comunidad virtual. La disponibilidad de productos agrícolas, potenciada por la globalización y medios de transporte eficientes, ha facilitado el acceso a frutas y verduras durante todo el año, aunque esto puede entrar en conflicto con el principio de consumir productos de temporada.
Algunas culturas han abrazado estas prácticas desde tiempos ancestrales, como es el caso del hinduismo, una de las religiones más antiguas del mundo, que ha evolucionado a lo largo de milenios, y sus orígenes son difíciles de fechar con precisión. Si bien las escrituras y textos hindúes más antiguos, como los Vedas, se remontan aproximadamente al segundo milenio a. C., es plausible que las tradiciones y creencias hayan existido mucho antes de esa época. Otro ejemplo destacado es el jainismo, que se atribuye a Mahavira, un líder espiritual del siglo VI a. C. Ambas corrientes comparten un profundo compromiso con la no violencia y la compasión hacia todos los seres vivos, aunque la adopción de una dieta vegana varía entre individuos y comunidades dentro de estas religiones.
Pitágoras y sus seguidores en la antigua Grecia adoptaban el vegetarianismo por razones filosóficas y espirituales, al considerar que los animales merecían respeto y no debían ser consumidos.
El antiespecismo es una perspectiva ética que critica la discriminación basada en las especies y argumenta que todos los seres sintientes merecen consideración moral y respeto, es un pilar importante en la filosofía del veganismo moderno.
Diferentes tendencias filosóficas y éticas que han promovido principios relacionados con el veganismo y la defensa de los derechos de los animales son: el utilitarismo que aboga por maximizar la felicidad y minimizar el sufrimiento, el ecocentrismo que defiende la protección y el respeto a todas las formas de vida, incluso considerando la posible adopción de una dieta vegana.
En la actualidad, el veganismo ha trascendido fronteras y se ha erigido como un movimiento global que deja huella en la industria alimentaria, la moda, la cosmética y otras esferas comerciales. Cada vez más individuos se suman a esta práctica, en busca de un estilo de vida ético y sostenible. No obstante, resulta vital recalcar que la ética conlleva apoyar la noción de que cada ser humano ostenta el derecho de seleccionar la dieta de acuerdo con sus propias preferencias, creencias, cultura y necesidades particulares. Es imperativo reconocer que las elecciones alimenticias pueden diferir significativamente de una persona a otra debido a diversos factores, tales como la tradición, la religión, la salud, las preferencias individuales y las restricciones alimentarias. Aunque no debemos olvidar que debemos comer balanceadamente para cumplir con todos los requisitos nutricionales que nuestro cuerpo necesita.
En última instancia, la libertad de escoger lo que comemos es esencial para forjar un diálogo constructivo sobre este tema. Dicho de otra manera, ¡cada quien puede disfrutar su propio festín sin perder el toque de camaradería!