Sonya Santos

Los retos del ancestral sistema alimentario

La transición de la caza y recolección hacia la agricultura y la domesticación de animales posibilitó una mayor producción de alimentos.

La hambruna es una tragedia global que afecta a millones de personas. A menudo, está relacionada con la escasez de alimentos, conflictos, desastres naturales y desigualdades económicas. Lo trágico radica en que, a pesar de los avances tecnológicos y la capacidad de producción de alimentos, muchas personas mueren de hambre o enfrentan condiciones de vida extremadamente precarias, abordar este problema es un desafío humanitario fundamental que requiere esfuerzos a nivel global para mitigar el sufrimiento y garantizar que todas las personas tengan acceso a una alimentación adecuada.

El “sistema alimentario” es un término oficial y ampliamente utilizado para describir la red completa de actividades, procesos y organizaciones, sin embargo, como tal los sistemas relacionados con ingerir comestibles han evolucionado a lo largo de los siglos. Desde tiempos remotos, la producción, procesamiento, transporte y consumo de alimentos han sido fundamentales para la humanidad. Abarca desde la agricultura y ganadería hasta la entrega de alimentos en las mesas de los consumidores, con el propósito primordial de proporcionar alimentos seguros, nutritivos y accesibles. Su influencia se extiende a todas las esferas de la vida, incluyendo la salud, el medio ambiente, la economía y la preservación cultural, además de tener el poder de unir a comunidades, naciones e incluso familias.

Sin embargo, la realidad revela que estas estructuras son frágiles y vulnerables, como se evidenció durante la crisis del COVID-19, que impactó a millones de personas en todo el mundo. Cuando fallan, no solo se pone en riesgo el suministro de alimentos, sino que también se ven afectados aspectos fundamentales como la educación, la salud, la economía, los derechos humanos, la paz y la seguridad. Lamentablemente, los más desfavorecidos son quienes suelen verse más perjudicados.

El origen de esta compleja relación con la alimentación se remonta a la prehistoria o era paleolítica, que se considera la etapa más extensa, misteriosa y menos comprendida. Durante este período, los homínidos, antecesores del ser humano, evolucionaron en su forma física y se cree que se desarrollaron en África hace unos seis millones de años, obtenían energía y proteínas de frutas, verduras, raíces y nueces. De todas las especies del género homo que surgieron, solo el ser humano perdura, mientras que las demás han desaparecido.

En aquella era, la Revolución Agrícola o Neolítica fue un hito al marcar la transición de la caza y recolección hacia la agricultura y la domesticación de animales, hace alrededor de 12 mil 500 años. Esto posibilitó una mayor producción de alimentos y el establecimiento de comunidades permanentes, provocando un cambio significativo en la cultura humana. La agricultura, en particular el cultivo de cereales como maíz, arroz, trigo y cebada en diferentes regiones del mundo, permitió el almacenamiento de excedentes y sentó las bases para el desarrollo del arte, la religión y la organización gubernamental en diversas civilizaciones.

La Revolución Industrial en el siglo XIX trajo avances tecnológicos y de transporte que aumentaron la eficiencia en la producción y distribución de alimentos. En el siglo XX, la globalización aceleró la interconexión a nivel mundial, con alimentos producidos en un lugar y consumidos en otro, lo que condujo a cadenas de suministro internacionales.

Hoy en día, el sistema alimentario enfrenta desafíos importantes, como la seguridad alimentaria, la sostenibilidad, la obesidad, el desperdicio de alimentos y preocupaciones éticas sobre la producción y el consumo de alimentos.

En México, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), aproximadamente el 36.3 por ciento de la población, que equivale a 46.8 millones de personas, se encuentra en situación de pobreza, esta última se define cuando los ingresos no son suficientes para cubrir las necesidades básicas y se experimenta al menos una de las seis carencias sociales, como rezago educativo, falta de acceso a servicios de salud, seguridad social, vivienda adecuada, servicios básicos en la vivienda o una alimentación nutritiva.

Es imperativo que se aborden las causas fundamentales y se promueva un acceso equitativo a recursos básicos para garantizar que nadie en México o en cualquier otro lugar pase hambre debido a la carestía de recursos.

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