Sonya Santos

Reviviendo la historia: el maratón de París 2024 y el brioche de María Antonieta

En 1789 las mujeres de los barrios más humildes de París recorrieron los 21 kilómetros entre el Hôtel de Ville y Versalles. Los participantes en el maratón realizarán un viaje similar de ida y vuelta.

El Palacio de Versalles, reconocido como Patrimonio de la Humanidad, es uno de los más grandiosos logros del arte francés del siglo XVII. Originalmente un pabellón de caza de Luis XIII fue transformado y ampliado por su hijo, Luis XIV, quien estableció allí la Corte y el gobierno en 1682. Posteriormente, una sucesión de monarcas continuó embelleciendo el palacio.

En contraste con su opulencia, la Marcha de las Mujeres a Versalles, también conocida como la Marcha de Octubre o las Jornadas de Octubre, marcó un momento decisivo en los primeros días de la Revolución Francesa (1789-1799). Este evento comenzó en la mañana del 5 de octubre de 1789, cuando un grupo de mujeres del mercado en París se reunió para protestar contra el alto costo del pan, la escasez de alimentos y la falta de derechos, dando inicio a una serie de eventos que transformarían la historia.

Esta protesta inicial pronto se amplió y las manifestantes se unieron a los revolucionarios que pedían cambios políticos liberales. La situación escaló cuando una multitud de miles de ciudadanos parisinos, motivados por los agitadores revolucionarios, asaltaron el arsenal de armas de la ciudad y se dirigieron al Palacio de Versalles.

Se cuenta que, desde su habitación con vista al patio de mármol, la reina María Antonieta observó la escena que se desarrollaba, y preguntó a sus sirvientes cuál era la causa del enojo del pueblo parisino, quienes le dijeron que tenían hambre, ella contesto “qu’ils mangent de la brioche”, que se ha traducido a “que coman pasteles”, y en realidad se refiere al ‘brioche’, un lujoso pan enriquecido con mantequilla y huevo. La frase es comúnmente atribuida a María Antonieta, sin embargo, no existen pruebas que lo confirmen, ya que la oración apareció por vez primera en el sexto libro de la obra autobiográfica del filósofo Jean-Jacques Rousseau Confesiones, escrito entre 1765 y 1767, cuando María Antonieta tenía entre diez y doce años.

La frase en cuestión forma parte de una estructura narrativa establecida, comparable a la de los cuentos populares presentes en diversas culturas. Este estilo de relato es similar a los rumores, cuyos canales de difusión y fuentes son a menudo desconocidos y difíciles de rastrear. Las murmuraciones y las leyendas urbanas suelen circular de manera desorganizada y se usan para respaldar diferentes tipos de historias o creencias, sin descartar el adoctrinamiento que puede implicar manipulación o coerción para asegurar que los individuos acepten y actúen conforme a las dogmas o ideologías impartidas.

Ya sea que este episodio ocurriera realmente o no, la historia quiso ilustrar la desconexión de la Corte con la realidad de sus súbditos y pone de manifiesto la creciente distancia entre la monarquía y la población en un momento de profunda crisis.

Después de un enfrentamiento apremiante y violento en Versalles, consiguieron imponer sus exigencias a Luis XVI. Al día siguiente, los manifestantes forzaron al rey, a su familia y a los miembros de los Estados Generales de Francia a acompañarlos de regreso a París.

En 1789, fueron las mujeres vendedoras, comerciantes y trabajadoras de los barrios más humildes de París quienes recorrieron los 21 kilómetros entre el Hôtel de Ville (el ayuntamiento de la ciudad) y Versalles, y los organizadores de los Juegos Olímpicos París 2024 han ideado una ruta atípica para el maratón, quienes realizarán un viaje similar de ida y vuelta. Esto demuestra, una vez más, que los franceses colmaron de aspectos históricos los Juegos.

En esta ocasión, los y las maratonistas no recibirán ‘pasteles’, sencillamente los atletas sentirán, no solo la exigencia física de la disciplina, sino también la conexión con un momento significativo y la belleza de Francia a través del recorrido.

Pocos meses después de la ejecución de su esposo, el exrey Luis XVI, María Antonieta es acusada de traición y conspiración contra el Estado. Fue sometida a juicio por un tribunal revolucionario que se caracterizaba por su parcialidad y rapidez en los procedimientos, que no solo buscaba justicia por sus crímenes, sino también servir como un símbolo necesario para completar el proceso de ruptura con el antiguo régimen. El 16 de octubre de 1793, su cabeza fue la que rodó, marcando el final de una era y la consolidación de un nuevo orden.

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