Sonya Santos

La historia que cuenta el queso menonita

Este producto refleja la historia migratoria de este grupo, manifestando su destreza en la elaboración de lácteos, habilidad que llevaron consigo a cada nuevo país donde se asentaban.

En el enorme estado de Chihuahua, existe una comunidad cerrada y profundamente religiosa que ha dejado una huella imborrable en la historia agrícola y cultural de México: los menonitas. Originarios del movimiento anabaptista del siglo XVI, estos hábiles agricultores y autosuficientes, recorrieron un largo camino desde Europa hasta Norteamérica, antes de establecerse finalmente en México. Aquí, no solo han mantenido su identidad cultural y religiosa, sino que también han transformado la producción del queso.

Los menonitas tienen sus raíces en la Reforma Protestante, específicamente en el ala pacifista del movimiento anabaptista que surgió en Suiza en 1525. Liderados por el teólogo holandés Menno Simons, se destacaron por sus creencias particulares, como el rechazo al bautismo infantil, la separación estricta entre la Iglesia y el Estado, y su aversión a la participación en la vida política o militar. Estas convicciones llevaron a los menonitas a ser perseguidos en varias partes de Europa, lo que a su vez los convirtió en una comunidad migrante en busca de un lugar donde pudieran vivir en paz y conforme a sus principios.

El presidente de México, Álvaro Obregón, autorizó la inmigración de menonitas provenientes de las antiguas colonias de Saskatchewan y Manitoba, Canadá. El gobierno buscaba que estos agricultores se establecieran en tierras que, antes de la Revolución Mexicana, habían sido propiedad de extranjeros. En 1922, tras varios años de migrar por países como Rusia, Holanda y Alemania, partió de Canadá el primero de los seis trenes que transportaron a los menonitas hasta México, con un costo de 30 mil dólares por viaje. Cada familia, además de sus pertenencias personales, traían consigo su menaje de casa, caballos de tiro, vacas lecheras, pollos, gansos, cerdos, herramientas agrícolas, semillas para siembra, así como maderas y materiales para la construcción de sus hogares.

Llegaron aproximadamente tres mil miembros, y su primera parada fue en el entonces llamado San Antonio de los Arenales, hoy Cuauhtémoc, Chihuahua, donde establecieron colonias autosuficientes en un país que les ofrecía la libertad religiosa que tanto anhelaban. Con el paso de los años y debido a la creciente inseguridad, algunas familias decidieron trasladarse al estado de Campeche, donde se dedican a la agricultura.

Desde su llegada, los menonitas han mantenido un estilo de vida austero, apartados de la sociedad del país. Hablan principalmente plautdietsch, un dialecto germano que ha perdurado durante siglos. Aunque muchos menonitas ya son ciudadanos mexicanos, siguen siendo vistos como una población aparte debido a su rechazo a la modernidad y su resistencia a asimilarse a la cultura mexicana, sin embargo, muchos de sus miembros han sido “contaminados” por los avances, como adaptarse a la tecnología para ejercer diferentes oficios, así como enfermedades que incluyen el alcoholismo.

Uno de los aportes más significativos en la tierra que los adoptó es, sin duda, su queso, conocido como “queso menonita”, un producto que refleja su historia migratoria, manifestando su destreza en la elaboración de lácteos, habilidad que llevaron consigo a cada nuevo país donde se asentaban.

En México, la producción de queso comenzó poco después de su llegada. Según algunas versiones, el primer queso menonita se fabricó en el campo 6A de la colonia Manitoba, en la casa de Jacobo Wibe, un pionero de la Colonia, pero la historia no se limitó a una receta heredada. En la década de 1930, el comerciante Luis Lara Leos, impresionado por la calidad del producto, ayudó a la comunidad a mejorar y expandir la producción. A lo largo de los años, se han adaptado y perfeccionado sus técnicas, fusionando conocimientos trasmitidos por sus ancestros europeos con prácticas locales.

Cabe aclarar que, hoy en día, la confusión entre queso menonita y queso chihuahua es común, a pesar de que tienen diferencias en sabor y textura. El menonita es semiduro, con una corteza amarillenta, mientras que el chihuahua es más suave y elástico.

Lamentablemente, en la actualidad, las grandes industrias queseras, en su afán por reducir costos, han desarrollado alimentos lácteos, incluidos los quesos “tipo” menonitas, con estándares de calidad cuestionables o inexistentes. Estos productos procesados, que se comercializan como queso, distan mucho de la autenticidad del original, careciendo tanto de la textura como del sabor característico. En realidad, son completamente distintos, sin comparación con el verdadero.

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