Nuestro grano básico, el maíz, presente en la tortilla, sope, tostada, totopo, gordita, tlacoyo, tamales y un sin número de platillos mexicanos, no se produce de manera suficiente. Sólo se cultiva 60 por ciento de lo que se requiere en el territorio nacional, el resto debe importarse.
Importar el grano básico de los mexicanos resultaría viable si se trata de un simple complemento, pero si por años se promovió que los productores dejaran de producir, porque las políticas públicas se enfocaron en que cultivaran lo que se creía tenía más valor o que los jóvenes no vieran atractivo el trabajo en el campo, el resultado es hoy una dependencia a las improtaciones con precios altos.
Las políticas públicas por años desalentaron la producción de maíz, porque se promovía la importación, pero nos han llevado a la dependencia y hoy México debe importar 40 por ciento del maíz que requiere su población, a precios internacionales más costo de transporte.
Revisemos los datos duros: el reporte mundial de abasto y demanda que realiza el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), detalla que este año México consumirá 45 millones de toneladas de maíz, y la producción será de 27.5 millones, esto significa que 40 por ciento del grano que se requiere deberá importarse y suele hacerse la compra a Estados Unidos.
Importar 40 por ciento de lo que demanda el país en un momento de precios altos por la invasión de Rusia a Ucrania, que son grandes productores de granos, ha significado comprar maíz 25 por ciento más caro que en enero de este año.
Es de años
Llegar a una dependencia de 40 por ciento de importaciones no fue en este sexenio o en el anterior o el anerior, el problema viene de muy atrás, desde que se dejó de incentivar, valorizar y promover la agricultura, la milpa, y se apostó a la cosecha de grandes terrenos y a las importaciones.
Sin embargo, el territorio nacional e incluso cada entidad federativa no puede ajustarse a una sola forma de producir, por lo que han sido necesarias las políticas que impulsen a los milperos y no sólo a los de grandes terrenos con cosechas comerciales.
Revertir este panorama no es de un año o dos, y lo hemos compartido en este espacio: comenzar a revertir la dependencia alimenatria pudo comenzarse en esta administración, desde el primer año, como ocurrió con la estartegia para dejar de depender de la importación de gasolinas.
Lamentablemente, los maiceros, los milperos, los productores fueron vistos cuando los precios internacionales aumentaron y la cuarta transformación realizó un plan antiinflacionario, que incluye el fortalecimiento de los productores para producir más y que los precios mundiales y las importaciones no afecten a los mexicanos en la compra de alimentos.
Sin embargo, las estartegias en el campo no tienen resultados inmediato y por eso es que los precios altos del maíz a nivel internacional, siguen afectando.
De acuerdo con los promedios mundiales, en enero una tonelada de maíz se vendía en 276.6 dólares y para mayo en 344.8 dólares, un alza de 25 por ciento.
Y el gas LP, también sigue subiendo a pasar del precio máximos: de enero a julio en Mérida, Yucatán, ha subido 21 por ciento.
Tortilla de $26
El costo de la dependencia a las importaciones a precios internacionales es que el kilogramo de totilla se eleve.
En Mérida, Yucatán, el kilo subió a 24 pesos en febrero, pero ahora los tortilleros y molineros ya anunciaron un alza para llegar a 25 o 26 pesos el kilo.
El panorama no es alentador.