Étienne Montero, doctor en Derecho y Filosofía y presidente del Comité Europeo de Bioética, ha escrito el libro Cita con la muerte, en donde examina con gran objetividad la legalización de la eutanasia en Bélgica. Después de una acuciosa investigación concluye que “el funcionamiento de la Comisión de Control y de Evaluación de la Ley sobre la Eutanasia es un fracaso”.
En Holanda, las comisiones de control del acto eutanásico están constituidas por un jurista, un médico y un especialista en Ética que deben verificar, a posteriori, que se hayan cumplido los criterios de rigor previstos por la ley. En cambio, la Comisión Federal Belga de Control y Evaluación de la Eutanasia consta de 16 miembros: ocho doctores en medicina, cuatro profesores de derecho o abogados y cuatro personas relacionadas con enfermos incurables.
El Comité de Derechos Humanos de la Unión Europea debe vigilar que se respete el artículo sexto del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, sobre el derecho a la vida, y ha cuestionado si este sistema de control tiene la capacidad de captar los casos en que se haya dado una presión inadmisible sobre el paciente.
El desempeño de la Comisión de Control no parece que sea eficaz. Es ilusorio que un médico se autoincrimine o que declare que no consultó a un segundo médico como lo marca la ley. La Comisión no parece tener una deseable tendencia neutral, ya que la mayoría de sus miembros o pertenece a la asociación que promueve la eutanasia (ADMD), o se declaran partidarios de ella.
En estos años, la comisión de Control no trasmitió ningún caso al fiscal. Tampoco podría afirmarse seriamente que la eutanasia está bajo control y que se respetan perfectamente las leyes.
Montero manifiesta que, “el mismo legislador no siempre logra quedar a salvo de lo que en sociología jurídica se llama el ‘efecto macedonio’, esa lamentable tendencia a pensar y modelar una regla general partiendo de un caso excepcional o marginal”.
El mismo autor afirma que la legalización de la eutanasia en Bélgica no reforzó, sino deterioró la confianza de los pacientes en los médicos. El Instituto Europeo de Bioética publicó un artículo que proponía la “Carta de vigilancia en el final de la vida”. En ella se proponía ayudar a las personas de la tercera edad o muy enfermas a tomar la decisión de rechazar tanto el encarnizamiento terapéutico, como la eutanasia.
Conviene también advertir que continuamente surgen nuevas terapias para combatir el dolor físico y el sufrimiento psicológico. El psiquiatra canadiense Harvey Chochinov ha elaborado un modelo de psicoterapia contra la desesperación y la depresión conocido como dignity therapy.
La administración de los cuidados paliativos son una alternativa válida a la eutanasia. Ayudar en el morir es ética y jurídicamente, no solo aceptable, sino recomendable. Incluso en los casos extremos, una adecuada sedación paliativa tiene efectos positivos en el alivio del dolor.
Los cuidados paliativos se enfocan no solo al bienestar físico y al control del dolor, sino también al apoyo psicológico, social y espiritual. Este acompañamiento integral al enfermo puede combinarse, si parece conveniente, con terapias curativas.
En ocasiones puede ser razonable una sedación reversible o intermitente: se alternan períodos de inconsciencia con períodos de lucidez. La sedación continúa se puede dar en la fase agónica hasta que el fallecimiento sea causado por la misma enfermedad. En casos dramáticos se puede utilizar una sedación de urgencia. En la sedación no se aconseja utilizar opiáceos sino Benzodiacepinas en dosis adecuadas, según la gravedad de los síntomas y la tolerancia del paciente.
La sedación se distingue de la eutanasia en tres aspectos: la intención, el proceso y el resultado esperado. En el caso de la sedación la intención es aliviar el dolor y los síntomas refractarios, el proceso implica dosificar cuidadosamente los fármacos y el resultado esperado es el alivio de los síntomas más complejos. La legislación belga distingue entre la sedación y la eutanasia. Sólo ésta es objeto de una declaración ante la Comisión Federal de Control.
Por último, es conveniente abordar otro abuso, aunque la ley belga declara que la eutanasia debe ser administrada por un médico, en no pocos casos estos delegan la tarea a las enfermeras y enfermeros. La Asociación flamenca de enfermeros protestó severamente y declaró que ellos “ya no quieren administrar con sus manos ninguna forma de eutanasia”.