Después de ocho años de la Encíclica Laudato si’, el Papa Francisco publicó una nueva exhortación sobre la crisis climática. La reacción al primer documento, por diversas causas, no tuvo el impacto esperado ni se aplicaron acciones suficientes, en cambio, es evidente que el mundo se está “desmoronando” y acercándose a un punto de quiebre.
El tema es de enorme importancia, pues si no se incrementan acciones efectivas se afectará más “la salud, las fuentes de trabajo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzadas, etc.” El problema es global y está relacionado con la dignidad de la vida humana, así lo corroboran serios estudios de los obispos de Estados Unidos, de la Amazonia y de los Pueblos Africanos.
No podemos ignorar, afirma el Papa Francisco, fenómenos impresionantes y frecuentes en relación con el calor, la sequía y “otros quejidos de la tierra”. Atendiendo al futuro próximo, la temperatura global puede pasar de 0.5 a 1.5°C., y de llegar a 2°C., se afectarían gravemente las capas de hielo de Groenlandia y de la Antártida, lo cual produciría terribles consecuencias en todo el mundo.
Lo anterior se basa en estudios científicos que analizan cuidadosamente el cambio climático. En estos, se afirma que el 42% del total de emisiones de gases de efecto invernadero, más del 40% se produjeron después de 1990. Estos efectos negativos afectan a la persona humana, pero, conviene añadir que también se afecta la supervivencia de muchas especies, que junto con el hombre se convierten en víctimas.
Algunos piensan que, al reducir el uso de combustibles fósiles por energías más limpias, se reducirían los puestos de trabajo, pero no se dan cuenta de que los fenómenos negativos provocan también deficiencias en los puestos de trabajo y que estos se pueden aumentar si se utilizan bien las energías alternativas.
El Papa Francisco señala numerosos efectos negativos que se han estado observando en diferentes partes del mundo, y esto es un llamado a la responsabilidad que debemos asumir ante las futuras generaciones.
Otros científicos subrayan el aumento del poder humano, con las nuevas tecnologías que conducen al progreso de la humanidad, pero no caen en la cuenta de que, este paradigma tecnocrático puede producir un uso inhumano y desenfrenado que afecta gravemente a pueblos menos desarrollados. Se cita, a este propósito, la frase irónica de Soloviev “Un siglo tan avanzado que será también el último” (Cfr. Los tres diálogos y el relato del anticristo).
En otras palabras, Francisco comenta que a nuestra visión le “falta el aguijón ético”, y cita un ejemplo: “el efímero entusiasmo del dinero que se recibió a cambio de depositar en un lugar residuos nucleares”. Con razón, en el libro La maldad líquida de Bauman y Donskis se menciona elogiosamente la Evangelii gaudium del Papa Francisco: “Así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y de la inequidad’. Esa economía mata… no se puede tolerar más, que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo está dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida.”
Surge con fuerza una pregunta clave para la existencia humana, la pregunta por el sentido: “¿Qué sentido tiene mi vida?, ¿qué sentido tiene mi paso por esta tierra? ¿qué sentido tiene, en definitiva, mi trabajo y mi esfuerzo?”. Ahora bien, los grandes valores como el amor, la justicia y la solidaridad deben ser una conquista cada día, como lo dice la Fratelli tutti.
En los últimos años se han reunido un gran número de representantes de varios países para estudiar el tema climático. Es cierto que se han obtenido algunos avances, pero también numerosos fracasos.
La exhortación del Papa Francisco concluye alentando a los católicos y a los fieles de otras religiones a que lleven a la práctica las más profundas motivaciones espirituales: “Todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde”. Hay que alabar a Dios en las criaturas, si el hombre busca ocupar el lugar de Dios, se convierte en enemigo de sí mismo.