Los rusos se establecieron en 1772 en varias islas cercanas a la actual Alaska, pero cuando se agotaron las ofertas de pieles, perdieron interés por esta zona y vendieron Alaska a los americanos por 7.2 millones de dólares.
Entre los principales habitantes de esta región destacó Segundo Llorente, jesuita español que trabajó incansablemente en los ámbitos religioso, cultural y de salud sanitaria durante 40 años en el Círculo Polar.
El Papa Pío XI había escrito que la misión de Alaska era la más heroica en la Iglesia Católica. En ese tiempo, Segundo Llorente estudiaba filosofía con los jesuitas y allí fue educado en el “magis” de Ignacio de Loyola, y por consiguiente, pidió insistentemente ser enviado a esa misión. Desde 1935 trabajó cuarenta años en diferentes lugares y se identificó a fondo con los esquimales que habitan a lo largo del estrecho de Bering y por el Círculo Polar hasta Labrador y Groenlandia.
Llegar a los pueblos y pequeñas ciudades de los esquimales representaba una aventura. Llorente escribió sus interesantes anécdotas en 12 libros que fueron publicados en España con gran éxito. Ya muy enfermo publicó Memoirs of a Yukon Priest, Washington 1990. Entre sus anécdotas, refería que el medio de comunicación típico en Alaska es el trineo y era tan peligroso este medio de transporte que antes de utilizarlo se debería hacer un testamento. Los trineos resbalan mejor en los lagos cubiertos de nieve, cuajados de peces negros que abren grandes agujeros en el hielo en los que pueden caer las personas, Llorente cayó varias veces en estos agujeros. Los nueve perros que conducen los trineos se alternan trotando y galopando en medio de una brisa de más de 20º C bajo cero, que envuelve al conductor y casi lo ahoga. A todos los peligros de ríos, deshielos e inundaciones hay que añadir la de los mosquitos árticos muy numerosos y de una voracidad increíble. Son temibles en las llanuras y cuando uno aplaude con las manos aplasta docenas, centenares y tal vez millares.
El 3 de enero de 1959, Alaska se convirtió en el Estado 49 de la Unión Americana. Aquélla inmensa extensión de tierra se dividió en distritos electorales y hasta los nativos en lo más recóndito de la tundra deberían ir a votar. Los demócratas decían a los indígenas que los cheques de beneficencia que recibían se debían a la administración democrática de Washington, por lo tanto, votar por los demócratas significaba más cheques y votar por un republicano sería recibir menos cheques o no recibir ninguno. Actualmente en algunos países “demócratas” se sigue dando esta práctica.
En el Distrito XXIV, que pertenecía a la aldea de Alakanuk, acordaron elegir a Llorente como diputado. El obispo de Fairbanks dijo que no se opondría, pues pensó que no tendría posibilidad de ser elegido. El resultado fue sorprendente, a Llorente le dieron más del doble de votos que a los otros candidatos. La numerosa población de luteranos también votó a su favor. Este era el primer caso en que un sacerdote católico era elegido como legislador de un Estado de la Unión. La noticia se difundió en la radio y en los periódicos. La famosa revista “Time” envió un reportero de California hasta Alakanuk. A Llorente le llovieron cientos de llamadas telefónicas y peticiones de fotografías de muchos diarios, e infinidad de cartas, todas unánimemente favorables, excepto la de su obispo que le pedía que renunciara al cargo. Llorente le envió la carta de renuncia al obispo para que la enviara al gobernador, sin embargo, le solicitó al obispo que lo cambiara a otra región de Alaska, pues su renuncia sería tomada como un desprecio de los ciudadanos de su Distrito. El obispo se había metido en un grave conflicto, retuvo la carta de Llorente, y cuando la quiso enviar ya era muy tarde para la renuncia. Llorente tuvo que ocupar su puesto en la Legislatura, en donde hizo excelentes contribuciones.
Cuando Segundo Llorente murió, el Jefe de la Cámara y Presidente del Senado envió esta carta a la Universidad Gonzaga, Washington en la que expresaba: “El Congreso de Alaska. In memoriam. Padre Segundo Llorente, S.J. La decimosexta sesión del Congreso de Alaska y todos los alaskanos deseamos honrar al antiguo diputado Rvo. Segundo Llorente, S.J…. fue un congresista inteligente y enterado, y brindó servicios sobresalientes durante su mandato… el Congreso reconoce las aportaciones del Rvo. Segundo Llorente S.J., al Estado de Alaska y expresa su más sincero pésame…”.
Segundo Llorente tuvo un hermano jesuita, Amando Llorente, quien fue misionero en Cuba y profesor de Fidel Castro, que cuando llegó al poder lo expulsó a Miami.
Varias décadas después, desde Roma, en el pontificado de Juan Pablo II, llegó la prohibición de que los sacerdotes participaran en la política partidista, lo cual no impide que los sacerdotes se empeñen con todas sus fuerzas en contribuir al mejoramiento de los derechos humanos y otros bienes en servicio de las “polis”.