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Poner a Banxico bajo presión política

Habrá que ver si el próximo gobernador pondrá más peso en la recuperación económica que en la inflación, con lo que, en los hechos, Banxico tendría un mandato dual.

Sobre la designación del gobernador del Banco de México para el periodo de seis años que comenzará el 1 de enero de 2022, el presidente López Obrador dijo el lunes que “nosotros vamos a cumplir el compromiso de respetar la autonomía” del Banco Central.

Además, “no vamos a intervenir en la política (monetaria) del Banco de México, sólo que ya concluye el periodo del gobernador (Alejandro Díaz de León) y se tiene que llevar el cambio”.

Y afirmó que “vamos a proponer a un buen economista, con experiencia en el manejo de la economía, de las finanzas, una gente seria, responsable, que va a saber conducir el Banco de México para que se mantenga la estabilidad macroeconómica, no va a ser un gran viraje, para que todo mundo esté tranquilo”.

El hecho es que el anuncio de AMLO, de que no propondrá al actual gobernador de Banxico para un segundo mandato, genera incertidumbre no sólo sobre quién será el sustituto de Díaz de León, sino también sobre su cercanía con el presidente.

Un candidato muy cercano a Palacio Nacional podría apoyar la idea de favorecer una mayor tasa de crecimiento económico más que la de enfocarse en la estabilidad de precios, que es el mandato prioritario del Banco Central.

“El nuevo gobernador probablemente pondrá más peso en el crecimiento y menos en la inflación que Díaz de León”, anticipó Bank of America en un reporte.

“Esa es nuestra interpretación de ‘tener dimensión social y ser un fuerte partidario de la economía moral’. Así que Banxico puede tolerar más inflación que en el pasado”, abundó BofA al referirse a las características que perfiló AMLO de quien designará como banquero central.

La discusión sobre la sucesión del gobernador en Banxico se presenta en un contexto de presiones inflacionarias y de retos importantes en materia de política monetaria.

La inflación al consumidor se desaceleró de 6.1 a 5.8 por ciento anual entre la segunda quincena de abril y la primera de mayo, pero no hay que olvidar que viene de 3.1 por ciento en la segunda mitad de diciembre.

Aunque empieza a disiparse el efecto aritmético relacionado con una baja base de comparación anual, la inflación se situó por encima de las expectativas del mercado, donde los analistas esperaban que descendiera a 5.6 por ciento.

El incremento de la inflación responde a las presiones en los precios de los energéticos y las mercancías, principalmente por el encarecimiento de algunas materias primas como el maíz, así como en los de algunos servicios al relajarse las restricciones a la movilidad.

Ante las presiones inflacionarias, el consenso de los analistas encuestados por Citibanamex anticipa que la tasa de referencia de Banxico permanecerá sin cambios en 4.0 por ciento durante el año y que, incluso, subirá a 4.25 por ciento en algún momento de 2022.

Dada la persistencia de las presiones inflacionarias, no hay razón para que el objetivo de estabilidad de precios sea más laxo que antes.

Permitir que la inflación se ubique sobre 5.0 por ciento anual por un cierto tiempo, digamos todo 2021 o buena parte del año, minaría la credibilidad en el Banco Central sobre su meta.

El mandato de Banxico es muy claro: mantener la inflación baja y estable, lo que no se opone al crecimiento económico.

Habrá que ver si el próximo gobernador pondrá más peso en la recuperación económica que en la inflación, con lo que, en los hechos, Banxico tendría un mandato dual: procurar la estabilidad de precios y, al mismo tiempo, promover el crecimiento.

Pero al poner una ‘vara muy alta’, el Banco de México estaría bajo presión pública y política.

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