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¿Choque en Banxico o sólo discrepancias?

Esa es la lectura que se desprende de la decisión del pasado 24 de junio, en la que el banco central subió la tasa objetivo en un cuarto de punto, a 4.25%.

En su más reciente decisión de política monetaria, el Banco de México no sólo adoptó una postura menos flexible frente al repunte de la inflación, sino que sorprendió al mercado al elevar su tasa de referencia.

Mientras los analistas debatían si Banxico iba a subir su tasa de interés hacia finales de este año o principios del próximo, los integrantes de la junta de gobierno discutían si había que incrementarla ya.

Esa es la lectura que se desprende de la decisión del pasado 24 de junio, en la que el banco central subió la tasa objetivo en un cuarto de punto, a 4.25 por ciento.

Además de esa inesperada decisión, la primera por mayoría después de tres por unanimidad, la minuta de la reunión –publicada el jueves– confirmó que los dos miembros de la junta que votaron por mantener la tasa en 4 por ciento fueron los subgobernadores Galia Borja y Gerardo Esquivel.

La votación 3 a 2 la definieron el gobernador Alejandro Díaz de León, así como los subgobernadores Irene Espinosa y Jonathan Heath, quienes votaron a favor del aumento.

Eso pinta un panorama de cuál es el sentimiento que se tiene en la junta de gobierno sobre los riesgos para la inflación, que están sesgados al alza, por lo que la mayoría estaría dispuesta a mantener una postura más agresiva.

Lo que está claro es que no todos los miembros de la junta consideran que sea conveniente volver a ‘apretar’ la tasa e iniciar un ciclo de restricción monetaria.

Las presiones inflacionarias actuales, producto de una serie de choques, han resultado en una inflación mayor a la esperada, de 5.9 por ciento anual en junio, por lo que su trayectoria se ha desviado mucho de la meta de Banxico de 3 por ciento.

Sobre las razones de su disentimiento, Borja y Esquivel coincidieron en poner en duda la capacidad de respuesta de la política monetaria para contrarrestar las presiones inflacionarias, que mayormente se explican por choques de oferta y que se espera sean transitorias.

Crítico en su explicación, Esquivel de plano dijo que “la decisión de aumentar la tasa de interés fue precipitada”.

También consideró que “esta decisión sugiere un cambio abrupto en la narrativa, lo que envía la señal de un comportamiento errático y poco predecible por parte del banco” central.

Además, “el hecho de que ningún analista anticipara el aumento de la tasa apunta también en esa dirección”.

Según Esquivel, “este cambio abrupto también podría tener un efecto indeseable y contraproducente sobre la inflación y sus expectativas al sugerir que los choques son de una naturaleza más permanente”.

En sus consideraciones particulares, Borja argumentó que “la mejor manera de cumplir con este objetivo (de estabilidad de precios) es con el enfoque prudente, cauteloso, gradual y predecible que ha caracterizado a la política monetaria”.

Y enfatizó que “actuar de manera prudente y gradual no es sinónimo de ser tolerantes” con la inflación.

No sorprende el disentimiento de Esquivel, quien de las 21 reuniones de la junta de gobierno sobre las decisiones de política monetaria en que ha participado, en seis ocasiones emitió un voto disidente y en dos más estuvo de acuerdo con la decisión, pero dijo no coincidir con el comunicado.

Si en una reunión no prevalece el consenso sobre la postura monetaria de Banxico, gana la opinión mayoritaria, pero se permiten las expresiones minoritarias de los votantes.

Cuando en la coyuntura surgen riesgos para la credibilidad del banco central, como ahora con una inflación ‘galopante’, es positivo que haya una discusión amplia en la junta y que se presenten discrepancias sobre la trayectoria de la tasa de referencia.

Y si se transparentan, es aún mejor.

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