México sigue enfrentando fuertes presiones inflacionarias, por lo que se espera que el Banco Central adopte una postura monetaria más restrictiva, que refuerce su compromiso con su objetivo prioritario de estabilidad de precios.
El debate entre los analistas del mercado no es si este jueves el Banco de México subirá su tasa de interés de referencia, sino cuánto la aumentará.
Todos los analistas encuestados la semana pasada por Citibanamex, antes de los nuevos datos de inflación en octubre, anticipan que Banxico subirá la tasa en su reunión de mañana.
De 31 analistas encuestados, 24 estiman que el incremento será de un cuarto de punto, mientras que los restantes siete pronostican un aumento de medio punto en la tasa desde su nivel actual de 4.75 por ciento.
En el último mes la inflación continuó en ascenso y registró repuntes no previstos tanto en la lectura general como en la subyacente, que refleja de mejor manera las presiones inflacionarias.
La inflación general anual se mantuvo al alza, al pasar de 6.0 por ciento en septiembre a 6.2 por ciento en octubre, la mayor desde diciembre de 2017, de acuerdo con el Inegi.
Los escenarios sugieren que la inflación no sólo se mantendrá por arriba del doble de la meta de 3.0 por ciento, sino que seguirá al alza, por lo que no está claro cuándo alcanzará su nivel máximo en el corto plazo.
La inflación subyacente, que incluye los precios menos volátiles, como las mercancías y los servicios, se aceleró entre septiembre y octubre de 4.9 a 5.2 por ciento anual, la más alta desde mayo de 2009.
Por si fuera poco, la inflación subyacente, que esencialmente determina la tendencia inflacionaria, ligó once meses al alza y ocho por arriba de 4.0 por ciento anual.
Banxico ha dicho que la inflación subyacente está siendo influida por los choques relacionados con la pandemia y que han afectado las cadenas de suministro y los procesos productivos de diversos bienes y servicios.
Eso explicaría que los precios de las mercancías se incrementaron de 6.3 a 6.6 por ciento anual entre un mes y otro. En particular, la inflación anual de las mercancías alimenticias pasó de 6.9 a 7.2 por ciento en igual lapso.
La inflación no subyacente, que incluye los precios más volátiles, como los agropecuarios y energéticos, se elevó de 9.4 por ciento anual en septiembre a 9.5 por ciento en octubre.
Su incremento estuvo asociado con la mayor inflación de los energéticos, pues sólo en octubre el precio de la electricidad repuntó 18.8 por ciento, al terminar la tarifa eléctrica de temporada cálida, y el del gas doméstico LP subió 8.2 por ciento, pese a la política de precios máximos.
El complejo panorama de precios en la economía mexicana corrobora que los riesgos para la inflación apuntan al alza, por lo que se espera que la Junta de Gobierno de Banxico esté dispuesta a reforzar la postura monetaria.
Hay razones suficientes para respaldar la decisión de aumentar la tasa objetivo en un cuarto de punto, al menos.
Pero no hay que descartar que alguno de los cinco integrantes de la Junta de Gobierno vote a favor de un incremento de medio punto.
En un entorno inflacionario altamente retador, se esperaría que la decisión de mañana se tome por unanimidad de la Junta, después de tres decisiones por mayoría de votos.
Habrá que ver si en su anuncio de este jueves, Banxico envía el mensaje al mercado de que la junta de Gobierno está más preocupada por el comportamiento de la inflación.
Sobre todo si anticipa un cierre para la inflación general en 2021 mucho mayor a la de 6.2 por ciento anual en octubre, o si prevé que la convergencia al objetivo de 3.0 por ciento será más lenta de la que se anticipaba a finales de septiembre, cuando se dijo que ocurriría en el tercer trimestre de 2023.
Un mensaje equivocado al mercado le puede restar credibilidad a Banxico.
¿Estamos ante una tendencia inflacionaria que se considere irreversible, por un buen tiempo?
Por lo pronto, hay razones para creer que las presiones sobre la inflación ya son más persistentes que transitorias.