Hoy empieza la segunda mitad del gobierno del presidente López Obrador, después de una primera parte que, en materia económica, fue de más a menos ante la ausencia de crecimiento en 2019, el impacto de la pandemia sobre la economía en 2020 y la recuperación titubeante en 2021.
México registrará un crecimiento de alrededor de 6.0 por ciento en este año, que representará el mejor avance de la economía desde 1997.
Sin embargo, el rebote económico en 2021 será insuficiente para compensar la contracción histórica de 8.3 por ciento del PIB en 2020.
México fue una de las economías latinoamericanas que más cayó por la pandemia, pero no es una de las que más crece en la recuperación.
El gobierno de AMLO decidió ser extremadamente prudente en el manejo de las finanzas públicas y la deuda para no poner en riesgo la estabilidad, pero la economía no recibió ningún estímulo fiscal amplio que le diera un impulso adicional a la recuperación.
De acuerdo con la más reciente Encuesta Citibanamex de Expectativas, la estimación de crecimiento para este año se sitúa en 5.9 por ciento, después de dos revisiones a la baja y de ubicarse entre 6.1 y 6.2 por ciento en los últimos tres meses.
Los pronósticos individuales de los 32 participantes del sector financiero en la encuesta con fecha 22 de noviembre van de 5.0 a 6.3 por ciento ante la incertidumbre sobre la situación de la economía mexicana en la parte final del año.
Al segundo trimestre de 2021, la actividad económica en México había acumulado cuatro trimestres consecutivos de crecimiento.
Pero en el tercer trimestre la economía se contrajo 0.4 por ciento, más del 0.2 por ciento reportado previamente por el Inegi en la estimación oportuna.
El rebote económico perdió fuerza en los últimos meses y eso llevó a varios analistas a corregir su expectativa de crecimiento para 2021.
En la encuesta de Citibanamex de hace nueve días, los pronósticos de los analistas de mercados anticipan un crecimiento de 2.9 por ciento para 2022 con un rango que va de 1.9 a 4.0 por ciento.
Lo que se advierte es la dificultad para que nuestra economía crezca por arriba de 3.0 por ciento en 2022 y no se diga en los años posteriores.
Ayer, la OCDE proyectó que a partir de 2023 México volverá a crecer de manera inercial a sus tasas históricas de 2.5 por ciento.
La ‘doble pandemia’
En buena medida, la incertidumbre está asociada a las nuevas afectaciones de la pandemia y su impacto en la recuperación global, así como a la posibilidad de que, ante los incrementos en los niveles de inflación en todo el mundo, los bancos centrales comiencen un proceso de restricción monetaria antes de lo anticipado.
Al aumento reciente de contagios de COVID-19 que empezaba a influir negativamente en la actividad de varias economías, sobre todo de Europa, donde se impusieron nuevas restricciones, se suma el surgimiento de la variante ómicron en el sur de África, donde la mayoría de los países ha tenido un lento proceso de vacunación.
De acuerdo con el sitio Our World in Data, hasta ahora se han administrado casi 8 mil millones de dosis en todo el mundo.
El 11.4 por ciento de la población mundial ha recibido al menos una dosis de la vacuna contra COVID-19 y 43 por ciento está completamente vacunada.
Sin embargo, sólo 5.9 por ciento de las personas en países de bajos ingresos ha recibido al menos una dosis.
La misma fuente indica que en México 49.9 por ciento de la población cuenta con esquema completo y 9.0 por ciento tiene al menos una dosis.
Lo contradictorio es que, cuando apenas la mitad de la población en el país está completamente vacunada, al cierre de noviembre hay más de 42.5 millones de dosis no aplicadas.
Según el conteo de la Universidad Johns Hopkins, a casi dos años del inicio de la pandemia se han registrado 5.2 millones de decesos en el mundo.
Con más de 294 mil defunciones oficiales, México se mantiene en cuarto lugar por fallecimientos totales, después de Estados Unidos, Brasil y la India.
Pero sigue siendo el país que tiene el número más alto de muertes por cada 100 casos confirmados de COVID-19.
A la propagación de la variante ómicron y al lento proceso de vacunación en muchos países, se suman las presiones inflacionarias y, consecuentemente, los efectos de condiciones monetarias más restrictivas.
El principal riesgo está en la ‘doble pandemia’, la de COVID-19 con sus variantes y la de inflación.