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La salida del ‘top 15’ de grandes economías

Un factor de riesgo para el país son los bajos niveles de inversión privada que reflejan el deterioro en el clima de negocios.

Los indicadores disponibles apuntan a una moderación en el ritmo de recuperación de la actividad económica en México, lo que podría tener implicaciones negativas en las expectativas de crecimiento para el cierre del año.

Al iniciar la semana, el INEGI informó que el Indicador Global de la Actividad Económica, que es una medición aproximada del PIB mensual, presentó un estancamiento en febrero pasado respecto a enero.

Sin duda es un mal dato, pues es la primera variación mensual del IGAE en cero, después de tres meses en expansión, pese al pico de contagios por la variante ómicron en enero.

Además, se confirmó que la recuperación económica sigue siendo lenta, incompleta y desigual entre sectores.

El IGAE fue afectado por la reducción en dos de las tres grandes actividades que lo componen, algo que no se había presentado desde octubre de 2021.

El sector primario –agropecuario– tuvo el peor desempeño al retroceder en febrero 3.8 por ciento mensual, el secundario –industrial–cayó 1.0 por ciento, mientras que el terciario –comercio y servicios– creció 0.6 por ciento.

La producción industrial hizo una pausa en su proceso de recuperación, como resultado de la contracción de 6.6 por ciento mensual en la minería y de 1.5 por ciento en la construcción, que retrocedió por sexto mes al hilo.

Por el contrario, las manufacturas registraron en febrero un crecimiento de 0.6 por ciento y acumularon cinco meses consecutivos de incrementos.

La actividad manufacturera, que ha resentido la escasez de semiconductores con afectaciones principalmente en la industria automotriz, mantiene una trayectoria de recuperación desde octubre pasado.

La incipiente mejoría de las manufacturas se extendió a principios de 2022, pese a los persistentes problemas en las cadenas de suministro y al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania.

De vuelta a la construcción, se confirmó atonía y falta de dinamismo, en buena medida por el pobre desempeño del gasto de inversión en este sector y el encarecimiento de los materiales.

El lunes también se anunció por parte del INEGI que en febrero el valor de producción de las empresas constructoras se desplomó 3.0 por ciento respecto a enero.

Se trata del mayor retroceso mensual desde noviembre de 2020, cuando la emergencia sanitaria por la pandemia de covid-19 seguía cobrando facturas sobre la economía mexicana.

A juzgar por los datos del IGAE, pareciera que cambiaron los motores de crecimiento para la actividad económica de México.

Inicialmente, la recuperación del sector industrial tuvo un mejor desempeño que la de los servicios ante el ‘tirón’ de Estados Unidos, gracias al fuerte crecimiento de su economía.

Pero después hubo una aceleración de la demanda interna impulsada por la reapertura de actividades ante los menores contagios y la mayor vacunación a nivel nacional.

En cualquier caso, es evidente que la recuperación no pudo mantener su ritmo más allá del ‘efecto rebote’ de 2021 y que en meses recientes se desaceleró notoriamente o se estancó, como en febrero.

El viernes a primera hora, el INEGI publicará la estimación oportuna del PIB de México para el primer trimestre de 2022.

Según las expectativas de los analistas, el crecimiento trimestral de la actividad económica en el periodo enero-marzo habría sido cercano a 1.5 por ciento.

Esto, después de que los datos revisados del último trimestre de 2021 confirmaron un estancamiento del PIB en ese periodo con cifras ajustadas por estacionalidad.

Aunque se registró un mejor desempeño entre un trimestre y otro, la actividad económica se mantiene por debajo del nivel previo a la pandemia, lo mismo que sus componentes principales.

No sólo eso, sino que el nivel del IGAE es equiparable al que tenía en septiembre de 2017. Quiere decir que, en términos de actividad económica, la pérdida es aún equivalente a cuatro años y cinco meses.

Eso explica en buena medida que México salió del ‘top 15′ de las mayores economías del mundo en 2021, de acuerdo con el FMI.

Un factor de riesgo para el país son los bajos niveles de inversión privada que reflejan el deterioro en el clima de negocios.

Difícilmente se logrará una recuperación completa de la economía, si no hay la confianza necesaria para promover la inversión.

Y si no se avanza pronto en esa dirección, las condiciones de debilidad económica prevalecientes antes de la pandemia volverán a hacerse presentes.

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