Los mercados financieros nacionales muestran mayor resiliencia, reflejada en que en mayo el peso mexicano tuvo su mejor rendimiento mensual frente al dólar estadounidense en lo que va del año, si bien registró algunos episodios de volatilidad.
La moneda nacional cerró mayo en 19.68 pesos por dólar, pero en la víspera llegó a operar en 19.47, lo que representa su menor cotización desde principios de marzo de 2020, prácticamente desde antes de la pandemia, según datos del Banco de México.
En operaciones al mayoreo, el tipo de cambio terminó el mes con una apreciación de 3.2 por ciento, mientras que en lo que va de 2022 la ganancia acumulada del peso frente al dólar es de 4.0 por ciento.
Y desde el ‘pico’ cambiario más reciente, que se alcanzó en la última semana de noviembre pasado, la revaluación es de 9.8 por ciento.
El peso ‘fortachón’ está de regreso. Pero, ¿qué hay detrás de la recuperación de la moneda mexicana frente a la divisa estadounidense?
¿Por qué el tipo de cambio se ha mostrado resiliente, a pesar del entorno de volatilidad en los mercados financieros internacionales?
Son varios factores a favor, pero primeramente el peso no es ajeno al debilitamiento generalizado del dólar y al aumento del apetito por el riesgo global.
Sobre todo ante el tono relativamente menos restrictivo de la Reserva Federal de Estados Unidos con respecto al endurecimiento esperado de la política monetaria para controlar la inflación en ese país.
En las minutas de su reunión de mayo, en la que la Fed aumentó en medio punto el rango objetivo de la tasa de Fondos Federales para ubicarlo entre 0.75 y 1.00 por ciento, se anticipan incrementos de igual magnitud en las próximas dos reuniones, a mediados de este mes y a finales del próximo.
El mercado no descartaba incrementos de hasta tres cuartos de punto por comentarios de algunos oficiales de la Fed, que anticiparon un tono más restrictivo que implicaba riesgos de recesión para la economía estadounidense.
Al perder fuerza la perspectiva de un apretamiento más acelerado por parte de la Fed, resurgió el apetito por activos de mayor riesgo, entre ellos el peso mexicano.
Si bien la Fed mantendrá el ritmo de alzas en su tasa de interés, el Banco de México no se quedará atrás y, de acuerdo con analistas, su accionar monetario contra la alta inflación estará alineado al de su contraparte estadounidense, si no es que se adelanta.
El diferencial de tasas de interés entre México y Estados Unidos, actualmente de seis puntos porcentuales, que es uno de los más altos entre las economías emergentes, favorece al tipo de cambio.
En los últimos días también aumentó el apetito por el riesgo al anunciarse el relajamiento de las restricciones de movilidad a partir de este 1 de junio en China, donde ya disminuyó el número de casos de COVID-19, lo que tendería a mitigar las presiones en las cadenas de suministro.
A la recuperación de nuestra moneda han contribuido los montos históricos en las exportaciones de México en los meses recientes, como en marzo y abril, así como los elevados flujos de remesas familiares del exterior.
También juega a favor del peso la captación de recursos por concepto de inversión extranjera directa, que en el primer trimestre del año fue récord por ‘movimientos extraordinarios’ en el periodo, a lo que se suma la recuperación en el ingreso de divisas por turismo internacional.
Pero en este momento la apreciación del peso se deriva principalmente de un mayor apetito por el riesgo global, más que de una mejoría en la percepción de los inversionistas sobre México.
Un botón de muestra es la tenencia de bonos gubernamentales en manos de inversionistas extranjeros, que está en niveles de febrero de 2013 y sigue sin reflejar una entrada de capitales internacionales en títulos de deuda mexicana.
Si bien se ha moderado, hay una salida neta de capitales del país, pues en lo que va del año los extranjeros han vendido más de 31 mil millones de pesos de sus posiciones en deuda gubernamental mexicana.
Varios factores afectan la confianza de los inversionistas en México, en momentos en que el apetito por el riesgo beneficia sobre todo a las monedas de las economías con perspectivas de crecimiento más favorables, que no es nuestro caso.