Dinero, Fondos y Valores

Panorama cada vez más retador

Si bien la previsión es que la economía mexicana se encamina al crecimiento, las señales apuntan a un ritmo más moderado, escribe Víctor Piz.

Mientras las presiones inflacionarias continúan siendo intensas, la debilidad de la economía mexicana se sigue manifestando en una serie de indicadores prospectivos.

Uno de ellos es el Indicador IMEF Manufacturero, que en junio hilvanó dos meses en declive y regresó a zona de contracción.

Afectado por los cuellos de botella en la producción y el encarecimiento de insumos, este indicador cayó por debajo de los 50 puntos por primera vez desde enero, con lo que rompió una racha de cuatro meses consecutivos en los que estuvo en zona de expansión.

“Si bien el indicador manufacturero se debilitó en junio, la señal para el sector es de crecimiento durante el segundo trimestre de 2022″, expuso el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas.

Pero de los cinco componentes del indicador manufacturero, tres registraron niveles por debajo de 50 unidades en el sexto mes del año, lo que deja ver que existe, si no pesimismo, sí cautela sobre la situación económica del país.

Por su parte, el Indicador IMEF No Manufacturero ligó en junio cinco meses por arriba del umbral de 50 puntos, con lo que se mantuvo en terreno de expansión.

Estos resultados sugieren que la economía vinculada al comercio interno y los servicios siguió expandiéndose al cierre del segundo trimestre de 2022, no así el sector manufacturero, apuntó el IMEF.

“En el agregado, los indicadores IMEF del segundo trimestre nos anticipan un crecimiento de la economía con respecto al primer trimestre, aunque a un menor ritmo. De hecho, los últimos indicadores disponibles muestran que la economía mexicana mantiene una expansión menos vigorosa que lo observado en los primeros meses de 2022″, abundó.

En suma, el indicador IMEF de manufactura entró en terreno contractivo afectado por la persistencia de las disrupciones en las cadenas de suministro, mientras que el de servicios se desaceleró, pero se mantuvo en zona de expansión.

Aún se espera crecimiento de la economía mexicana en el segundo trimestre del año con respecto al primero, pero a un ritmo más moderado que a principios de 2022.

En efecto, las expectativas de crecimiento económico trimestral provenientes de la encuesta que levantó el Banco de México entre especialistas del sector privado en junio pasado volvieron a revisarse a la baja.

De acuerdo con cifras ajustadas por estacionalidad, en el primer trimestre del año el PIB de México logró un crecimiento de 1 por ciento con respecto a los tres meses anteriores, cuando presentó un evidente estancamiento.

Los analistas encuestados por Banxico anticipan que la economía mexicana crecerá sólo 0.4 por ciento en el segundo trimestre contra los tres meses previos, misma tasa de crecimiento que se observaría en el tercer y cuarto trimestres de 2022.

Quiere decir que la incipiente mejora de la actividad económica que se presentó a principios de 2022 ya perdió impulso, con lo que el PIB de México registrará un desempeño débil, cercano al estancamiento, durante el resto del año.

Los indicadores disponibles dejan ver que la economía mexicana no es ajena a la tendencia de desaceleración global este año, en particular en Estados Unidos, que representa el mayor riesgo para una contracción en México.

Esto, a medida que la inflación elevada y persistente, sumada a las tasas de interés al alza comienzan a tener impacto en el consumo y la demanda globales.

En el caso de nuestro país, es notoria la debilidad de ciertos indicadores relacionados con el consumo de los hogares, como la confianza del consumidor y el gasto en alimentos.

Mientras el Indicador de Confianza del Consumidor, que elaboran el INEGI y Banxico, cayó en junio y descendió a su menor nivel en cuatro meses, el gasto en alimentos también en junio registró su mayor contracción mensual en un año, según el reporte Monitor de Consumo de BBVA México.

“La pérdida de dinamismo del gasto en alimentos (…) sugiere afectaciones en el consumo derivadas de la mayor inflación”, apuntó la institución financiera.

Los precios de los alimentos han subido con rapidez y su encarecimiento no sólo afecta a los segmentos más vulnerables de la población, sino que empaña las perspectivas de inflación para el cierre del año, que siguen deteriorándose.

Hay que hacer memoria para recordar desde cuándo no se tenía un panorama tan complejo y retador como el actual.

COLUMNAS ANTERIORES

Los retos fiscales de las pensiones
¿A qué visión le da crédito la realidad?

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.