En la primera quincena de septiembre la inflación general en México registró una tasa anual de 8.8 por ciento –con el redondeo de cifras–, prácticamente en el mismo nivel en que se ubicó dos semanas antes.
De manera que el INPC se estabilizó, pero se mantuvo en su nivel más alto desde la segunda mitad de diciembre de 2000, según cifras del INEGI.
El dato de inflación, publicado el jueves, aún no garantiza que se haya alcanzado el pico del ciclo inflacionario, esperado por el Banco de México para el tercer trimestre del año, ni mucho menos si está cerca de iniciar una tendencia descendente, prevista para el cuarto trimestre.
Ni una ni otra cosa, pues la inflación subyacente registró una tasa anual de 8.3 por ciento en la primera quincena de septiembre –también con el redondeo de cifras–, con lo que aumentó desde 8.1 por ciento dos semanas antes y extendió su trayectoria alcista a ocho quincenas consecutivas de incrementos.
La inflación subyacente, que incluye los componentes de mercancías y servicios, cuyos precios suelen ser más estables o menos volátiles, es la más elevada desde la primera mitad de septiembre de 2000, justo hace 22 años.
El indicador subyacente continúa reflejando los incrementos tanto en la inflación de mercancías como en la de servicios, pero dentro de las primeras destaca la intensificación de las presiones en las mercancías alimenticias.
El INEGI informó que la inflación anual de las mercancías alimenticias se incrementó a 13.3 por ciento, nivel no visto desde la segunda quincena de diciembre de 1999.
Dicho componente ha crecido a doble dígito por más de seis meses, lo que afecta principalmente al segmento más vulnerable de la población.
Como referencia, al segundo trimestre del año 38.3 por ciento de la población en México vive en condición de pobreza laboral, lo que afecta a 49.8 millones de personas.
Si bien la proporción de la población en situación de pobreza laboral en el país fue la segunda más baja desde 2013, sin llegar a niveles prepandemia, el costo de la canasta básica registra una inflación anual de doble dígito.
La inflación no subyacente pasó de 10.7 a 10.2 por ciento anual entre la segunda quincena de agosto y la primera de septiembre.
Pero a su interior, la inflación anual de los productos agropecuarios se ubicó en 15.2 por ciento, derivado de que la de frutas y verduras alcanzó 14.7 por ciento, al seguir presionada por el encarecimiento de los insumos de producción, como fertilizantes y granos.
Esta situación se podría agudizar a partir del recrudecimiento del conflicto bélico ante el anuncio de Rusia de movilizar reservistas para hacer frente a los reveses militares en Ucrania y su amenaza de usar armas nucleares.
Por lo pronto, los datos de inflación para la primera quincena de septiembre justifican un nuevo aumento en la tasa de referencia de Banxico.
Los 23 analistas encuestados por Bloomberg anticipan que la tasa de política monetaria se incrementa en 75 puntos base –tres cuartos de punto–, de 8.5 a 9.25 por ciento, en la decisión que se anunciará mañana después del mediodía.
Pero el nivel de restricción monetaria no parará ahí, pues algunos analistas, como los de Citibanamex e Intercam, creen que si Banxico decide seguir en todos sus movimientos a la Reserva Federal de Estados Unidos y si agrega 125 puntos base en las últimas dos reuniones del año, en noviembre y diciembre, la tasa podría cerrar 2022 en 10.5 por ciento.
El siguiente paso sería subir la tasa a 11 por ciento, lo que podría ocurrir en el primer trimestre del año entrante, según los economistas de Bank of America Securities, entre otros que no descartan esa posibilidad.
Ayer, al comparecer ante la Cámara de Diputados, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, dijo que el Paquete Económico de 2023 considera el “monstruo” del aumento de las tasas de interés.
El tema es que aún no está claro qué tan temible y de qué tamaño es la ‘criatura monstruosa’ que se enfrenta a las presiones inflacionarias, ni cuánto afectará las perspectivas de crecimiento del país.