Aunque el mercado laboral en México sigue recuperándose, hay una gran cantidad de población ‘desaprovechada y desperdiciada’ en el contexto, paradójicamente, de la escasez de mano de obra calificada y especializada.
Así lo deja ver la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, que da cuenta de la subutilización de la fuerza de trabajo, representada por los desocupados, subocupados o subempleados y los no económicamente activos disponibles para trabajar.
La población desocupada, caracterizada por las personas que no contaban con trabajo, pero buscaron activamente uno en el último mes, fue de 1.6 millones en diciembre de 2022.
La población no económicamente activa disponible para trabajar, es decir, la que no buscó trabajo, pero aceptaría un empleo si se lo ofrecieran, fue de 5.5 millones de personas en el último mes.
De acuerdo con el INEGI, esos 5.5 millones “constituyen el sector que eventualmente podría participar en el mercado” laboral.
Por su parte, la población subocupada, que cuenta con una ocupación, pero tiene necesidad y disponibilidad para trabajar más horas, fue de 4.2 millones.
Esas tres categorías –desocupados, no económicamente activos pero disponibles para trabajar y subempleados– suman 11.3 millones de personas con necesidad o deseos de trabajar, aunque en diciembre de 2021 eran 15.3 millones, es decir, es decir, 4 millones más.
La población con necesidad o deseos de tener un empleo representa la brecha laboral en el país.
Si bien es alto el nivel de población desaprovechada y desperdiciada del mercado laboral, en el último año un millón de personas en el país pasaron a formar parte de la población ocupada, de acuerdo con la ENOE.
De los que pasaron a la población ocupada en 2022, 1.2 millones son mujeres, porque en el caso de los hombres el balance fue de casi 200 mil menos.
Visto por condición laboral, la ocupación formal aumentó en 1.3 millones de personas el año pasado y la informal se redujo en más de 300 mil personas.
De esto se desprende que el incremento de la población ocupada en un millón de personas en 2022 se generó completamente en el sector formal.
La población ocupada en la informalidad laboral fue de 31.8 millones en diciembre, lo que supera el nivel registrado en febrero de 2020, antes de la pandemia, cuando sumaba 31.2 millones de personas.
La tasa de informalidad laboral fue de 54.9 por ciento de la población ocupada y aunque está por debajo de 56.5 por ciento en febrero de 2020, sigue siendo elevada y dimensiona el tamaño del mercado laboral informal.
Aun cuando el balance anual fue positivo, en diciembre se registró una reducción de 0.9 millones de personas ocupadas –912 mil para ser exactos– respecto a noviembre, que se atribuye a despidos de fin de año.
En términos de la tasa de participación laboral, ésta aún no recupera su nivel previo a la pandemia, además de que muestra un estancamiento.
En diciembre la tasa de participación se ubicó, con cifras ajustadas por estacionalidad, en 59.9 por ciento de la población de 15 años y más, situándose por debajo de la observada previo a la emergencia sanitaria, que fue de 60.4 por ciento en el primer trimestre de 2020.
Casi tres años después, hay una recuperación incompleta de la participación laboral.
Además del rezago en la recuperación, un fenómeno cada vez más presente en el mercado laboral formal es la menor disponibilidad de mano de obra calificada para realizar trabajos especializados.
El Banco de México ha venido reportado en sus informes trimestrales las dificultades para conseguir mano de obra especializada en ciertas regiones o sectores, limitando operaciones de empresas y actividades productivas.
Si bien es un fenómeno global, no puede ignorarse que uno de los grandes retos que pronto enfrentará el país es la falta de talento y la escasez de mano de obra.
Un hecho paradójico pero real es que, pese a la alta brecha laboral, en México sea cada vez más difícil contratar personal calificado.