Al cierre de 2022, la deuda pública del país –interna y externa– se redujo a 49.4 por ciento del PIB, según el informe trimestral de la Secretaría de Hacienda.
A pesar de los choques externos recientes, se ubicó por debajo tanto del nivel presupuestado para el año como del observado en 2021.
La baja es resultado de otro año de esfuerzo fiscal, después de que la deuda del sector público en su versión más amplia se situó al final del ejercicio 2020 en un máximo histórico de 51.6 por ciento del PIB.
Esa es la razón por la que, actualmente, México es uno de los países de América Latina con menor nivel de deuda pública.
El gobierno federal está comprometido a mantener la deuda anclada en una senda de sostenibilidad fiscal.
De acuerdo con Hacienda, “la sostenibilidad de la deuda es resultado de una política fiscal prudente del gobierno de México, centrada en déficits controlados y moderados, una política activa de refinanciamiento de la deuda externa y la constante búsqueda y diversificación de la base de inversionistas”.
Otra de las principales metas fiscales de 2022 fue cerrar el año con un balance primario en equilibrio como proporción del PIB, “aun con los subsidios otorgados para el control de la inflación y la contención del precio de la gasolina”.
El balance primario es la diferencia entre los ingresos presupuestarios y los gastos menos el costo financiero de la deuda.
Más que equilibrio o ligero superávit, el balance primario en 2022 fue un déficit de 0.5 por ciento del PIB, el más elevado desde 2015, pese a la política de ‘austeridad republicana’.
Sin embargo, se confirmó un cambio de tendencia en el balance primario, pues en 2020 todavía fue superavitario en 0.1 por ciento del PIB, siendo el último y el menor de cuatro años consecutivos de finanzas públicas en terreno positivo.
De acuerdo con el Paquete Económico aprobado para 2023, el balance primario propuesto es un déficit de 0.2 por ciento del PIB este año, pero se estima que regresará a números positivos en 2024 y años subsecuentes.
La desaceleración significativa de la economía mexicana, como se evidenció en el cuarto trimestre de 2022, cuando el PIB sólo creció 0.4 por ciento respecto a los tres meses previos, complicaría la ruta para regresar al superávit.
Aun con las señales de debilidad económica en los últimos meses, “al cierre del cuarto año de la administración, las finanzas públicas continúan con un manejo responsable de los recursos públicos”, subrayó Hacienda.
En 2022 los ingresos tributarios del gobierno quedaron por debajo de los programados en 135.8 mil millones de pesos.
Se logró una recaudación de 3 billones 808.7 mil millones de pesos, siendo que la meta para el año era de 3 billones 944.5 mil millones.
Respecto a la recaudación tributaria de 2021, el monto captado fue 1.0 por ciento menor en términos reales, es decir, descontado el efecto de la inflación.
De acuerdo con Hacienda, la evolución positiva de los ingresos tributarios se sustenta en buena medida en “el combate a la evasión fiscal” sin necesidad de crear impuestos nuevos o incrementar las tasas impositivas.
De un año a otro, la recaudación del ISR creció 11 por ciento, pero la del IVA apenas avanzó 0.8 por ciento.
Pese a los contrastes, ambos gravámenes representaron juntos más de 9 de cada 10 pesos recaudados por impuestos en 2022.
Por el contrario, el IEPS se contrajo 72.7 por ciento en términos reales como resultado de la política de no permitir incrementos en el precio de los combustibles más allá del nivel de inflación.
Hacienda informó que 396.6 mil millones de pesos corresponden a la menor recaudación por el estímulo al IEPS de combustibles.
Lo interesante es que las estimaciones oficiales apuntaban a que el costo de los estímulos sería totalmente cubierto por los ingresos petroleros excedentes, que el año pasado ascendieron a 394.5 mil millones de pesos.
Dicho de otra manera, los flujos de petróleo excedentes recibidos fueron neutralizados por lo que se perdió en recaudación por el IEPS de gasolinas y diésel.
La eliminación del IEPS a las gasolinas y el diésel no sólo erosionó las finanzas públicas, sino que impidió cumplir la meta de balance primario equivalente a un superávit de 0.1 por ciento del PIB en 2022.
Es urgente contar con recursos adicionales para las finanzas públicas, pues México tiene ya poco espacio en sus cuentas fiscales.