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Los nubarrones de ‘tormenta perfecta’

Diversos nubarrones han generado volatilidad financiera internacional y en los mercados nacionales, con efectos negativos en el peso.

Ahora mismo podría estarse formando una ‘tormenta perfecta’ en México no sólo porque la economía está de capa caída y el panorama inflacionario sigue siendo retador, sino porque el tipo de cambio continúa bajo presión.

Luego de que en mayo, previo al proceso electoral en el país, se ubicó por debajo de 17 pesos por dólar, en junio llegó a cotizarse sobre 18.75, pero en agosto ha alcanzado niveles intradía por arriba de 20 pesos por dólar.

Desde la jornada electoral de junio, cuyos resultados le otorgan a Morena y sus partidos aliados una supermayoría en el Congreso, la cotización de la moneda mexicana frente a la divisa estadounidense registra una depreciación significativa.

El peso retrocedió 2.4 por ciento frente al dólar esta semana y ha perdido casi 11 por ciento en los últimos tres meses, siendo la moneda emergente con mayor depreciación durante el periodo.

Este viernes recortó pérdidas al recuperar 2.3 por ciento después de que el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, indicó que “llegó el momento de que la política monetaria se ajuste”, dando el banderazo de salida para que pueda empezar a recortar las tasas de interés en septiembre.

Recientemente, diversos nubarrones, que forman parte de la ‘tormenta perfecta’, han generado volatilidad financiera internacional y en los mercados nacionales, con efectos negativos en el peso mexicano.

Primeramente, hubo una reversión en las operaciones de acarreo (carry trade) centradas en yenes, que son préstamos a bajas tasas en Japón para financiar compras de activos de mayor rendimiento en mercados emergentes como México.

La moneda mexicana, al ser de las divisas con uno de los mejores componentes de acarreo, y ser operada 24 horas al día, fue una de las divisas más afectadas por el incremento sorpresivo en las tasas de referencia en Japón y la expectativa de que continúen aumentando.

Con el ajuste monetario nipón vino un cambio en las estrategias de inversión de acarreo, a favor del yen, que propició una apreciación importante de la moneda japonesa y una depreciación fuerte del peso mexicano, entre otras divisas.

Internamente, en junio se registró un episodio de volatilidad financiera en México ante la incertidumbre relacionada con la transición política.

Esto se debe a la nueva composición del Congreso que permitirá redefinir la Constitución dada la sobrerrepresentación de Morena y partidos aliados en la Cámara de Diputados, así como a la erosión institucional a la que previsiblemente conducirán la reforma judicial y la que propone extinguir los organismos autónomos, entre otras.

En tanto el peso mexicano se ha visto afectado por factores o problemas ‘idiosincráticos’, la actividad económica sigue de capa caída, pues el Producto Interno Bruto (PIB) de México creció en el periodo abril-junio de 2024 a una tasa trimestral de 0.2 por ciento.

De acuerdo con cifras del INEGI ajustadas por estacionalidad, este dato salió en línea con la estimación oportuna publicada el pasado 30 de julio.

Con relación al mismo periodo de un año antes, el PIB registró un crecimiento anual de 1 por ciento, marginalmente inferior al que anticipó el dato preliminar, pero es su menor ritmo en tres años, desde inicios de 2021.

De manera acumulada en el primer semestre del año, el PIB aumentó 1.4 por ciento contra el periodo enero-junio de 2023, menos que el dato preliminar de 1.5 por ciento para confirmar la debilidad de la economía mexicana.

El debilitamiento de la actividad económica podría llevar a más revisiones a la baja en el pronóstico de crecimiento de este año, que actualmente está en torno a 1.7 por ciento.

Las señales son de menor fortaleza en la economía, pero con un panorama inflacionario aún retador, si bien la desaceleración de la inflación general a 5.2 por ciento anual en la primera quincena de agosto fue mayor a la anticipada.

Persiste la incertidumbre sobre la velocidad de convergencia de la inflación a la meta de 3 por ciento, proyectada para finales de 2025.

Hay nubarrones en el horizonte que advierten la formación de una ‘tormenta perfecta’ sobre México.

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