Dinero, Fondos y Valores

La ‘cruda’ del peso llega antes del ‘grito’

Lo que está detrás de la moderación inflacionaria del mes pasado son las menores variaciones anuales en los precios de los productos agropecuarios.

Después de cinco meses consecutivos con aumentos hasta alcanzar 5.6 por ciento anual en la inflación general al cierre de julio, la más elevada desde mayo de 2023, las presiones inflacionarias en México arrojan signos de moderación.

Esto eleva la probabilidad de una nueva disminución de tasas de interés por parte del Banco de México en la decisión de política monetaria de finales de septiembre, a menos de que se dé una depreciación aún mayor del peso frente al dólar.

Luego de que al cierre de mayo el tipo de cambio se ubicó en 16.97 pesos por dólar, ayer llegó a 20.09 pesos y tocó los 20.12, niveles similares a los observados en octubre de 2022.

Esto quiere decir que la moneda nacional ha registrado una depreciación de 18.4 por ciento frente a la divisa estadounidense en poco más de tres meses, ajuste suficiente para generar presiones en la inflación, sobre todo en la de mercancías, que tiende a verse más afectada por la cotización cambiaria.

La depreciación del peso mexicano fue provocada principalmente por factores de riesgo internos relacionados con el proceso de aprobación de la agenda de reformas del presidente López Obrador, señaladamente la del Poder Judicial.

De acuerdo con Gabriel Casillas, economista en jefe para Latinoamérica del banco Barclays, si el tipo de cambio no se ha ido a 22 o hasta 25 pesos por dólar es porque “hay optimismo de una gran cantidad de inversionistas en la nueva administración, pero definitivamente sí hay pesimismo por estas reformas”.

Al recordar que hace cuatro meses operó en la zona de 16 pesos, el experto dijo que una parte de la depreciación cambiaria sí fue propiciada por factores externos y la volatilidad internacional, pero entre 60 y 70 por ciento tiene que ver con la agenda de reformas de AMLO.

Afortunadamente para Banxico, los impactos de la depreciación del peso sobre la inflación se ven en parte contrarrestados por el efecto de la mayor debilidad de la actividad económica en México, que ha estado acompañada de una revisión a la baja en las previsiones de crecimiento para 2024.

La pregunta es si la depreciación cambiaria tendrá un papel secundario en la decisión del Banxico de finales de este mes.

Respiro a la inflación

Por lo pronto, el INEGI informó que en agosto pasado el Índice Nacional de Precios al Consumidor prácticamente no tuvo variación mensual, por lo que quedó por debajo de las expectativas de los analistas consultados tanto por Bloomberg como por Citibanamex.

La inflación general fue de 5 por ciento anual, con lo que registró una desaceleración desde 5.6 por ciento en julio.

Lo que está detrás de la moderación inflacionaria del mes pasado son las menores variaciones anuales en los precios de los productos agropecuarios y la disminución en la inflación subyacente, que sigue una tendencia a la baja desde 2023.

El componente subyacente, que determina la trayectoria de la inflación general a mediano plazo, continúa disminuyendo, pues en agosto se ubicó en 4 por ciento anual, siendo su nivel más bajo desde febrero de 2021 y replegándose, además, desde 4.1 por ciento en julio pasado.

Con el dato de agosto, este componente ligó ya 19 meses consecutivos de reducciones.

Al interior del índice subyacente, que excluye los rubros más volátiles, los precios de las mercancías avanzaron 3 por ciento anual, cediendo desde 3.1 por ciento anual en julio y acumulando 21 meses de reducciones consecutivas.

Los precios de los servicios aumentaron 5.2 por ciento contra agosto de 2023 y se mantienen relativamente estables, por no decir que en una tendencia lateral.

Además de que aún no muestra una clara tendencia a la baja, el componente de servicios continúa en niveles elevados y su inflación anual se ha mantenido por encima de 5 por ciento anual durante 25 meses.

La buena noticia es que el índice de precios no subyacente, que incluye los productos más volátiles y las tarifas autorizadas por el gobierno, disminuyó en agosto a 8 por ciento anual desde 10.4 por ciento en julio, regresando a niveles de un dígito.

En su interior, la inflación anual de los productos agropecuarios se redujo de 13.7 a 9.5 por ciento en el mismo periodo, influida por el retroceso de 23.6 a 12.6 por ciento en la inflación anual de las frutas y verduras.

Si bien se recortó prácticamente a la mitad de un mes a otro, la inflación anual de las frutas y verduras continúa en niveles altos y registra todavía tasas de doble dígito.

COLUMNAS ANTERIORES

¿A qué visión le da crédito la realidad?
Cuesta arriba, las metas para 2025

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.